REALMENTE, ¿FUIMOS HECHOS PARA SER FIELES? LA CIENCIA DETRÁS DEL MITO DE LA MONOGAMIA

Un número creciente de investigaciones en antropología evolutiva y neurociencia afectiva cuestiona la idea de que las personas humanas fueron diseñadas biológicamente para la exclusividad amorosa. En una entrevista realizada a la antropóloga británica Anna Machin, autora del libro Why We Love, se detalla por qué la monogamia como ideal universal podría ser más un acuerdo cultural que una predisposición natural.



Machin ha dedicado dos décadas al estudio de las relaciones cercanas. Desde su perspectiva, la monogamia no aparece como una norma biológica establecida. Es una construcción social útil para garantizar herencia, control sobre la reproducción. También permite previsibilidad en la organización familiar. Su afirmación inicial es clara: “No somos una especie monógama”.

La monogamia, explica, se puede dividir en dos formas: la social y la sexual. La primera se refiere a la convivencia exclusiva entre dos personas. La segunda implica fidelidad íntima. Aunque muchas parejas mantienen arreglos de vida compartida, investigaciones indican que al menos la mitad de ellas no mantienen exclusividad en sus relaciones. Estudios citados por Machin muestran que la infidelidad no es un fenómeno marginal. Ocurre en un rango alto de casos. Afecta a personas de diferentes identidades de género, orientación y clase social.

Desde el punto de vista del cerebro, varios sistemas químicos están involucrados en la atracción. La dopamina produce motivación. La oxitocina facilita el apego. La vasopresina se asocia con la permanencia en vínculos. Estos sistemas no operan siempre de manera sincronizada. Una persona puede sentir deseo por alguien y apego por otra. Este desajuste entre deseo, vínculo y expectativas de exclusividad ha llevado a muchas personas a vivir relaciones paralelas o a experimentar incomodidad con la norma monógama.

En culturas donde la monogamia no es dominante, las relaciones adoptan otras formas. Algunas comunidades practican la poliandria, donde una mujer convive con varios esposos. Otras permiten la poliginia. También existen arreglos donde las personas acuerdan relaciones múltiples, con conocimiento y consentimiento mutuo. En estos contextos, lo importante no es cuántas personas participan, sino que haya claridad, respeto y transparencia entre quienes se vinculan.

Machin distingue entre dos tipos de relaciones múltiples: las abiertas, que se centran en vínculos íntimos consensuados, y el poliamor, que implica vínculos afectivos con más de una persona. En los estudios que ha liderado, no se detectan diferencias de satisfacción emocional entre personas que viven en monogamia y quienes optan por otras formas. La clave no es el tipo de arreglo. Es la calidad del vínculo y la gestión emocional que lo sostiene.

Uno de los factores que sostiene la monogamia es su función política. Según la autora, los sistemas de control institucional —como la religión, el derecho familiar y los mecanismos de herencia— favorecieron este modelo para mantener el orden social. Al limitar el número de vínculos reconocidos, las autoridades podían gestionar con mayor claridad los patrimonios, el linaje y las obligaciones legales.

Aunque la monogamia sigue siendo un ideal predominante, muchas personas no se ajustan a sus límites. Algunas lo hacen sin decirlo. Otras intentan alternativas más abiertas. Lo que se repite en varios testimonios recogidos por Machin es la dificultad para hablar con franqueza sobre el deseo. Las consecuencias más comunes de esta tensión son el engaño, la culpa o la ruptura.

Machin sugiere que el reto actual no es eliminar la monogamia, sino permitir una conversación abierta sobre las necesidades reales de las personas. Para quienes eligen la exclusividad, lo importante es que sea una elección, no una imposición. Para quienes buscan otras formas, la clave es que los acuerdos estén basados en honestidad y cuidado mutuo.

En un mundo donde los vínculos cambian y las formas de vida son diversas, ¿es momento de dejar de fingir que todas las relaciones deben verse igual?


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Fuente:
El texto fue extraído de la entrevista a Anna Machin, publicada en el canal de YouTube de Steven Bartlett. 
Julio de 2025.


Anna Machin es una antropóloga evolutiva británica del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, Inglaterra, autora de varios libros y publicaciones científicas.


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