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sábado, 28 de octubre de 2023

LOS PLACERES DE VENUS: 10 CURIOSIDADES SOBRE EL SEXO EN LA ANTIGUA ROMA

CURIOSIDADES DE LA HISTORIA

LOS PLACERES DE VENUS: 10 CURIOSIDADES SOBRE EL SEXO EN LA ANTIGUA ROMA

Aunque muchos aspectos de nuestra sociedad derivan directamente de la antigua Roma, otros son muy diferentes. 

Los romanos veían la sexualidad de un modo bastante distinto al nuestro y algunas de sus costumbres nos resultarían chocantes.



(1 / 10) No importaba tanto qué hacías, sino quién lo sabía.

Aunque la sociedad romana tenía (como todas) una serie de reglas acerca del sexo, en la intimidad muchos no las respetaban. Pero el problema no era hacer algo considerado “indigno”, sino quién lo sabía y sobre todo quién podía demostrarlo. La acusación por parte de otro hombre libre podía arruinar la carrera de un senador, si provenía de una mujer plebeya tenía más posibilidades de salir airoso (no así si era noble, pues una patricia tenía su honor y una plebeya no), y si era un esclavo quien le acusaba entonces no tenía que preocuparse de nada. El estatus social lo era todo en Roma y el valor de la palabra era proporcional a la importancia de quien la esgrimía; por ello, un hombre o una mujer de alto rango podían permitirse sus placeres, asegurándose siempre de que no lo supiera nadie cuya palabra fuera tomada en serio.


(2 / 10) No existía el concepto de homosexualidad, heterosexualidad, bisexualidad...

Todas las etiquetas que hoy aplicamos a la sexualidad no tendrían ningún sentido para un romano: para la sociedad romana el sexo era sexo, así de simple. Los hombres podían tener relaciones con miembros del mismo sexo o del opuesto y nadie les criticaba por ello, siempre que la otra persona tuviera menos estatus social (sirvientes, esclavos e incluso hombres libres pero extranjeros). En el caso de las mujeres casadas tenían que llevarlo con discreción porque estaba en juego su honor, pero las libertas o las extranjeras podían permitirse una mayor libertad ya que los romanos no las consideraban miembros de pleno derecho de la sociedad.


(3 / 10) La virginidad masculina era algo inaceptable

Era común que los hombres, ya en su adolescencia, frecuentaran los burdeles o tuvieran relaciones con las sirvientas o esclavas. La virginidad masculina era algo extremadamente mal visto en la sociedad romana porque el hombre tenía que ser siempre un dominador. En cambio, la mujer (sobre todo si era de clase alta) sí tenía la obligación de llegar virgen al matrimonio, principalmente por una cuestión moral: había que evitar que la mujer conociera el placer del sexo porque se consideraba que este conocimiento podía inducirla al adulterio.


(4 / 10) También era inaceptable para un hombre ser la parte “sometida”

Un hombre podía practicar sexo con quien quisiera, pero siempre debía ser la parte dominante. Ser penetrado por otro hombre equivalía a ponerse en una situación sumisa, todo lo contrario al ideal romano: la acusación de haber sido la parte pasiva en una relación podía bastar para arruinar la carrera de un político, como estuvo a punto de sucederle a Julio César en su juventud. Peor aún era la acusación de haber practicado sexo oral a una mujer, aunque fuera su esposa, ya que para los romanos la boca era el instrumento de la política, el comercio y todas las actividades importantes, y “ensuciarla” equivalía a despreciar su importancia para la comunidad.


(5 / 10) Tanto hombres como mujeres usaban a sus esclavos como “juguetes sexuales”

Para la mentalidad romana, un esclavo era una propiedad de la que podía disponer como más le conviniera, incluyendo para el sexo. Lo importante, de nuevo, era respetar la jerarquía social: ni un hombre ni una mujer debían hacerse penetrar por sus esclavos ni practicarles sexo oral; no debían darles placer de ningún modo pero ellos estaban obligados a dárselo a sus amos. Las mujeres, debido a su honorabilidad, estaban más limitadas, pero también podían disponer de sus esclavas para fines sexuales; de hecho, era preferible que emplearan a otras mujeres porque, en el peor de los casos, nadie podría acusarlas de haberse dejado dominar haciéndose penetrar por un esclavo.


(6 / 10) Las tabernas ofrecían los servicios sexuales de sus camareras

Los “fast food” y tabernas romanas no solo ofrecían comida y bebida, sino también los servicios sexuales de sus camareras. Por ello, este era uno de los oficios considerados “infames” (indignos) y generalmente recaía en mujeres de muy bajo estatus social, como esclavas, libertas pobres o extranjeras. Pero si la necesidad apretaba, no era imposible que el propietario de una taberna llegase a prostituir a sus propias hijas, sabiendo que eso las condenaba a no salir nunca de los estratos más bajos de la sociedad.


(7 / 10) Se podía identificar a las prostitutas por el color de los cabellos y la ropa

Las prostitutas tenían una consideración social incluso peor (refiriéndonos a las de clase baja, no a las ricas cortesanas), por lo que cualquier miembro “respetable” de la sociedad quería evitar ser visto junto a ellas. Por ese motivo, las prostitutas debían resultar fácilmente identificables. El modo más evidente era teñirse el cabello de colores claramente artificiales, como azul y naranja. También se las podía reconocer por su ropa: mientras la típica mujer romana usaba una vestimenta muy recatada, las prostitutas usaban ropa sencilla, ligera (lo que también les permitía desvestirse y vestirse rápidamente) y que resaltara las formas del cuerpo.


(8 / 10) La prostitución era extremadamente barata

La prostitución era extremadamente barata y cuando decimos extremadamente barata, no es una exageración: un servicio sexual económico podía costar lo mismo que una copa de mal vino, alrededor de uno o dos ases. Este precio no solo se aplicaba a los peores burdeles, sino incluso a los ya mencionados servicios de las camareras, y se explica porque a esos lugares solo acudían las clases bajas y las mujeres que se prostituían (y menos frecuentemente hombres) eran esclavas o libertas pobres, que no tenían ninguna esperanza de ascenso social. Totalmente distintas eran las meretrices, el equivalente a las hetairas griegas: mujeres cultas y ricas que no solo proporcionaban sexo, sino también una compañía agradable. Sin embargo, por mucho que gozaran de un mayor respeto por su riqueza, para la moral romana seguían siendo indignas y en ningún caso equiparables a una “auténtica” mujer, que debía ser pudorosa.


(9 / 10) La “pornografía” era considerada de buen gusto

No es extraño que las excavaciones revelen mosaicos u objetos de temática sexual: lo que hoy se llamaría pornografía era algo muy aceptado por los romanos, hasta el punto de usarlo como motivo de mosaicos, estatuas y objetos personales como espejos. En Roma se consideraba que el sexo era un regalo de Venus, la diosa del amor, y si era un regalo no había que ocultarlo ni despreciarlo. Esto puede parecer contradictorio con la importancia que daban al pudor, pero en realidad no lo es: se era libre de gozar de los placeres de Venus, siempre que se hiciera según lo considerado correcto socialmente.


(10 / 10) La pedofilia (pederastia) era socialmente aceptada (hasta cierto punto)

Tener relaciones sexuales con menores de edad, incluso muy jóvenes, no era motivo de escándalo, al contrario: podía estar incluso bien considerado porque la diferencia de edad era un signo de dominación. De hecho, los romanos solían iniciarse en el sexo con muchachos o muchachas muy jóvenes, apenas entrados en la pubertad, y no era raro que un romano rico dispusiera de esclavos jóvenes cuyo único propósito fuera complacerle sexualmente; el sexo con la propia esposa generalmente tenía fines procreativos, ya que muchos matrimonios eran alianzas políticas y no tenía por qué haber amor de por medio.


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Fuente:

National Geographic Historia
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/10-curiosidades-sobre-sexo-antigua-roma_15878


Autor:

Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología


Actualizado el 11 de agosto de 2023

Sitio web visitado el 28 de octubre de 2023

Visión crítica del origen del problema de israelitas y palestinos


El problema de israelitas y palestinos se arrastra desde hace más de 4.000 años, cuando en tres "momentos históricos", el pueblo que - asimismo - se hace llamar "el pueblo escogido"; llega a los territorios que corresponden en el mapa a la Palestina o Israel.


Los ancestros palestinos - cananeos, filisteos y otros pueblos - que vivían en esas tierras unos 500 a 600 años anteriormente a la llegada de los primeros hebreos, fueron invadidos pacíficamente por los clanes hebreos del patriarca Ibrāhīm o Abraham (el padre del judaísmo, el primer judío).


Esa fue la primera invasión y ocupación histórica de hebreos en tierras Palestinas. Ocupación "histórica" que fue "casi" pacífica y que sólo tiene como fundamento de que esas tierras habían sido dadas a los hebreos por su Dios llamado Yaveh.

La segunda invasión y ocupación histórica de hebreos (que ya se pueden llamar israelitas), ocurre cuando Moshé (más conocido por su nombre de Moisés), rescata y guía al pueblo de Israel a la Tierra Prometida que 400 años antes (en tiempos de José), ellos mismos habían abandonado para irse a Egipto. Pero a diferencia de la primera ocupación del territorio, ésta fue de forma violenta. A sangre y fuego (ver en la biblia las acciones de Josué contra sus enemigos en el Libro de Josué).

La tercera invasión y ocupación histórica de hebreos ocurre después de 1917 - cuando está casi por terminar la Primera Guerra Mundial - cuando por intervención del tremendo poder económico mundial que ejerce el pueblo judío, unidos fuertemente por el "sionismo", comienzan el retorno a la "Tierra Prometida", después de poco más de 2.000 años de que los judíos habían sido expulsados por orden del emperador romano Tito, en el año 70 de la era cristiana. La Diáspora (dispersión).

Después del gran periplo de 20 siglos del pueblo judío por el mundo, el sionismo judío de la mano de Theodor Herzl, logra imponer por el tremendo poder económico de los judíos en el mundo, el establecimiento de un Estado para el pueblo judío en la antigua "Tierra de Israel" (Palestina).


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Conclusión:

Los ancestros hebreos, actuales israelitas, ocuparon e invadieron un territorio que no les pertenecía. 

Esta acción la realizaron en tres ocasiones históricas. La primera semipacífica, la segunda violenta, la tercera a presión armada y posteriormente violenta.



(Esta publicación se encuentra en desarrollo, por lo que va a sufrir algunas modificaciones en el transcurso de las siguientes horas).


jueves, 5 de octubre de 2023

LA VERDADERA HISTORIA DE MCCARTHY Y DE EDGAR, EL VENTRÍLOCUO

En varios sitios web respetables y confiables, se ha publicado la macabra historia del ventrílocuo McCarthy y de Edgar Bergen, el muñeco con que se hizo famoso.

Lo interesante - y penoso a la vez - es que la historia publicada por estos medios, resulta ser sensacionalista y absolutamente falsa. De hecho el ventrílocuo es Edgar y no McCarthy, como aparece en las publicaciones que buscan "capturar" al lector con la distorsionada y truculenta historia.

En las siguientes líneas expondré - primero - la "historia macabra" para; posteriormente publicar la "historia real", que no deja de ser también muy interesante.

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1) CHARLIE MCCARTHY, EL VENTRÍLOCUO QUE USABA EL CADÁVER DE UN NIÑO COMO MUÑECO Y "MURIÓ" A MANOS DE ÉL

En 1920 ocurrió un insólito hecho que cautivó a la audiencia.


Se trata del ventrílocuo Charlie McCarthy, un hombre que logró el éxito con espectáculos por todo Estados Unidos con la ayuda de su fiel muñeco, al que llamaba 'Edgar Bergen', pero que en extrañas circunstancias apareció sin vida.

Edgar era un muñeco que representaba a un niño de 8 a 10 años, de contextura 'regordeta', rasgos demasiado expresivos, y lo más sorprendente era su tamaño, pues a comparación con el de otros muñecos de aquella época, Edgar los sobrepasaba. Además, sus ojos eran de madera y expresaban tristeza o incluso maldad a simple vista.

McCarthy hizo tan bien su trabajo como ventrílocuo que, muchos llegaron a cuestionarlo, pues su audiencia siempre pensó que el hombre utilizaba algún tipo de brujería para hacer que el muñeco hablará, ya que era "imposible" notar el más mínimo movimiento de sus labios.

Las especulaciones y rumores asustaron a muchos padres quienes prohibieron a sus hijos ir a presenciar dicho show. Además, otro mito que surgió era que el artista no permitía que nadie se le acercara al muñeco, sólo él podía sacarlo, tocarlo y guardarlo en su caja.

Pero su espeluznante y exitosa carrera llegó a su fin en una gira por Nueva York. Una noche, la policía encontró a McCarthy tendido en el piso sin vida, con el cuello destrozado, heridas punzopenetrantes en todo el cuerpo y sin ojos. 

Luego buscaron el muñeco, pues la primera hipótesis fue que alguien entró para robar el muñeco y lo asesinaron. No obstante, cuando abrieron la caja, donde se resguardaba 'Edgar', encontraron algo aún más terrorífico: él seguía ahí, muy apacible.

Ante esto, periódicos de la época documentaron que "Edgar, era el asesino de McCarthy". 

Al iniciar el análisis, descubrieron algo que le daba un giro al asesinato de McCarthy. Dentro del muñeco encontraron el cadáver de un niño. En sus pequeños dedos encontraron huellas dactilares y su rostro, para ocultar la palidez de su estado, estaba tapada con una máscara de látex. 

Jamás se descubrió cómo Charlie McCarthy logró conservar tan bien el cadáver. 

Uno de los rumores que tomó fuerza fue que el cadáver podría tratarse de su propio hijo y que frente al dolor de la pérdida que experimentó, no fue capaz de enterrarlo y le otorgó una segunda vida incluyéndolo en sus shows.


Publicación original en BOLIVIA.COM en La Paz, el Miércoles 05/Mayo/2021


 

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2) LA INSÓLITA HISTORIA DEL VENTRÍLOCUO QUE DESHEREDÓ A SU FAMOSA HIJA Y DEJÓ TODOS SUS BIENES A SU MUÑECO

Edgar Bergen fue el ventrílocuo más importante de su tiempo. Su muñeco, Charlie McCarthy se convirtió en una celebridad. Candice Bergen, la exitosa actriz, fue la hija del ventrílocuo. Su extraña y retorcida relación con su hermano de madera. El increíble testamento. Y cuando la marioneta, con su popularidad, evitó una ola de pánico colectivo.


Muchas de las mañanas de su infancia, Candice Bergen desayunó sentada sobre su padre. En una de las piernas de su padre. En la otra se ubicaba su hermano. Nada que no pase en muchas familias. Candice se acostumbró desde chica a tener que compartir todo con su hermano. Y a sentirse algo postergada, a reconocer que el otro era el favorito, el que obtenía los privilegios. Bastaba ver las habitaciones de cada uno en la casa familiar. La de él era mucho más grande que la de ella y con un vestidor mucho más provisto.


Lo peculiar es que el hermano de Candice era de madera. Charlie McCarthy era el muñeco con el que el papá, Edgar Bergen, hacía su célebre número de ventriloquía.

Durante esos desayunos, Edgar Bergen pellizcaba debajo de la nuca de Candice para que moviera la cabeza, mientras él hacía las tres voces: la de Charlie, la de su hija y la suya propia. Candice debía limitarse a abrir la boca y hacer la mímica cada vez que sentía el pinchazo del pellizco en su cuello.

Candice Bergen fue modelo, actriz de éxito y estrella televisiva. Edgar Bergen fue el mayor ventrílocuo de Estados Unidos durante casi medio siglo. Tuvo un éxito fenomenal. Y una vida bastante extraña. Y Charlie McCarthy, uno de los grandes protagonistas del espectáculo de los Estados Unidos durante varias décadas.

Edgar nació en Chicago en 1903. Su apellido era Berggren; luego lo simplificó para favorecer su carrera artística. Su familia había emigrado de Suecia. Por un tiempo volvieron al país escandinavo hasta que se instalaron definitivamente en Estados Unidos cuando Edgar cumplió 11 años. Por esos años en un espectáculo de variedades lo maravilló la actuación de Harry Lester, el más destacado ventrílocuo de la época. Durante meses estudió unos folletos que explicaban la técnica de la ventriloquía y practicó en su habitación. A los 16 años, tras la muerte de su padre, se animó a buscar a Lester y mostrarle sus habilidades. Harry Lester reconoció el talento del joven y le dio clases privadas tres meses.

Ya estaba listo para salir a hacer su propio camino. Sólo le faltaba el compañero de ruta. Edgar Bergen le encargó a un carpintero la cabeza de su muñeco. Se basó en alguien que había conocido, un nene pelirrojo de origen irlandés que trabajaba de canillita. Luego él mismo diseñó el cuerpo con un palo de escoba de unos 90 centímetros, cuerdas y bandas elásticas para manejar el movimiento de la mandíbula y de la cabeza. Lo bautizó Charlie McCarthy. Si, luego, en pleno éxito, ventrílocuo y muñeco vestían siempre igual, en los comienzos Charlie era el más elegante: frac, sombrero de copa y monóculo.

Empezó, como todos los actores de variedades de los años veinte, en ferias y vaudevilles. Pronto fue descubierto por el dramaturgo Noel Coward que lo recomendó para el Rainbow Room, un lugar exclusivo que quedaba en los pisos superiores del 30 Rock, el Rockefeller Center, en el que estaba también el estudio de radio más importante. Por eso, muchos artistas y ejecutivos acudían al terminar la jornada a tomar algo. Allí el presidente de la emisora conoció a Bergen y a Charlie McCarthy. Contrató el número para la radio.

Bergen aceptó de inmediato porque era la posibilidad de ser conocido masivamente. La radio en ese momento era el medio de mayor alcance. Las dificultades eran evidentes. Como lograr que el público apreciara su capacidad técnica, toda la profundidad del número, cuando sólo podían escuchar la interacción entre el ventrílocuo y el muñeco. La gracia en ese arte suele ser que no se note cuando el ventrílocuo hace hablar a su criatura, el asombro, la tensión por descubrirlo en un traspié. Sin esa faceta visual Bergen tenía pocas posibilidades de triunfo.

Bergen fortaleció la rutina y sacrificó algo sagrado para los ventrílocuos: se notaba el movimiento de su boca porque Charlie debía hablar correctamente, con claridad, para que los oyentes entendieran a la perfección cada una de sus réplicas.

El programa, contra todo pronóstico y casi contra explicación, lideró la audiencia. Se convirtió en un boom. Para muchos de los oyentes, Charlie tenía vida propia. Era incorrecto, decía lo que los demás no se animaban, la velocidad de sus réplicas era sorprendente. Un nene que pensaba como un grande. Funcionaba como la voz colectiva incorrecta de Estados Unidos.

Charlie era más famoso y querido que Edgar. Como si se pudieran disociar. El público no aceptaba la presencia de Bergen sin la compañía de Charlie. El escritor Andrés Barba escribió sobre Charlie McCarthy: “Menos que un hombre y a la vez más que un hombre, el muñeco Charlie McCarthy podía hablar fingiendo que compartía las pasiones humanas y a la vez burlándose de ellas y considerándolas ridículas porque estaba en un lugar al margen de lo humano y a la vez todavía humano: el imperio ideal de los profetas, los payasos, los idiotas, los locos y los santos”.

Charlie salvó también de la catástrofe a Estados Unidos.


En la radio rival, a la misma hora que su programa, estaba Orson Welles con su programa. Bergen y Charlie arrasaban en el rating. Hasta que el 30 de octubre de 1938 Welles provocó una ola de pánico masiva con la emisión sobre La Guerra de los Mundos. Muchos dicen que el efecto del programa de Welles no fue tan extendido debido a que a esa hora la mayoría de la audiencia escuchaba a Charlie McCarthy.

Otros dicen que Bergen y su muñeco tuvieron la culpa de la gran repercusión de la emisión de Welles porque, como en todas las audiciones, después del primer bloque de 12 minutos hubo un intermedio musical; en ese momento muchos oyentes aprovecharon para cambiar el dial. Fue entonces que escucharon de la invasión extraterrestre y lo tomaron al pie de la letra. Se habían perdido el disclaimer previo sobre que lo narrado era absolutamente ficcional.


Tuvieron, Edgar y Charlie, su programa por más de una década. Recién a principios de la década del cincuenta perdieron la primacía del rating contra un concurso de preguntas y respuestas. Bergen se tomó un descanso y en los años siguientes regresó con otras propuestas junto a su muñeco. Pero la radio había perdido preeminencia: había irrumpido la televisión. En la TV Bergen y Charlie eran invitados permanentes a los programas de mayor audiencia. Su carrera con presentaciones televisivas, teatrales, en Las Vegas y participaciones en el cine se extendió hasta la muerte de Bergen en 1978. Su última intervención fue en la película de los Muppets.

Una de las aristas más particulares de esta historia se presenta en este momento, tras la muerte del ventrílocuo más exitoso de la historia. Cuando su hija Candice Bergen abrió el testamento se llevó un disgusto (y, tal vez, no una sorpresa porque para ella era algo previsible). Edgar Bergen legó sus ahorros, más de 10.000 dólares de la época, a Charlie McCarthy su muñeco y compañero de toda la vida: “Tomé esta decisión por razones sentimentales, inevitables para mí por mi vínculo tan cercano con Charlie McCarthy quien fue mi constante compañía, quien tomó forma de persona real y de quien nunca estuve separado ni un solo día de mi vida”, dejó Edgar establecido en su testamento.

Candice, en A Fine Romance, su libro de memorias, escribió: “Toda mi vida perseguí la aprobación de mi padre y el testamento fue la prueba más evidente de que nunca la conseguiría”.

Muchas de las fotos de la infancia de Candice son escalofriantes. Siempre Charlie aparece en el plano. En una de ellas, el muñeco, algo tenebroso como todos esos muñecos de madera cuando se los aleja de las rodillas del ventrílocuo, se asoma por el borde del moisés que protege a Candice de pocas semanas de vida. En otra están vestidos iguales, con el mismo pijama enterizo, en la escalera de la casa familiar.

Durante los primeros años de su vida, Candice estaba convencida de que Charlie era una persona real. En esos desayunos que compartía con su padre y el muñeco, el que le ordenaba que tomara la chocolatada o que se terminara la tostada era Charlie. Su padre nunca le hablaba directamente, sino a través de su creación. En esas charlas de a tres, Charlie hacía lo mismo que en el escenario, disparaba su mordacidad y su acidez sobre la nena. “Yo pensaba que el que me odiaba era Charlie y que mi padre me defendía”, escribió Candice en sus memorias.

Alguna vez la chica se quejó de que Charly tuviera más ropa que ella. En el colegio, en las reuniones sociales o cuando acompañaba a su padre, a Candice la presentaban como “La Hermanita de Charlie”.

Otro de los grandes impactos de su camino a la adultez fue cuando inspeccionando la habitación de su hermano de madera encontró otros cinco muñecos iguales a Charlie. Algunos estaban colgados, otros doblados sobre sí mismos. Esa visión la perturbó durante años.

Candice Bergen en la actualidad tiene 77 años (nació en 1946) y una larga y reconocida carrera en la que ganó 5 Emmy a la mejor actriz de comedia por Murphy Brown (llegó a ser la mejor paga de la televisión norteamericana) y obtuvo una nominación a los Oscar. Definió a su padre como: “Una especie de esquizofrénico, un hombre de bajo perfil, introvertido y casi pusilánime a no ser que estuviese rodeado de amigos o que tuviera una de sus manos dentro de Charlie. Cuando pasaba eso se volvía audaz, extrovertido, capaz de las palabras más inapropiadas, del chiste más arriesgado”. También habla con cariño de él aunque recuerda su frialdad en el trato: “Una distancia típicamente escandinava”, dijo. Y afirma que se siente muy orgullosa de ser la hija del ventrílocuo más importante de la historia del espectáculo norteamericano.

Sobre Charlie McCarthy dice que la de ellos dos fue la relación entre hermanos más loca y retorcida de la historia, tanto que desbordaría al mejor de los terapeutas: “A veces me felicito a mí misma, me reconozco todo el mérito que tiene el haberme convertido en alguien medianamente funcional después de haber tenido esa infancia”.


Publicación original en INFOBAE.COM el 21/Abril/2023

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En el siguiente video puedes ver una presentación de Bergen y McCarthy junto a Dean Martin por la TV


 Después de leer ambas historias... ¿Cuál crees que es la real?

domingo, 1 de octubre de 2023

ZALEUKO DE LOCRI



Cuenta la historia que un hijo del legislador Zaleuko de Locri, fue acusado y condenado por un delito - adulterio según las fuentes - y cuya pena era la pérdida de ambos ojos.


El pueblo pidió a Zaleuko que lo perdonase, a lo que el legislador respondió:


- "Perdonaré a medias a mi hijo, ya que no es él el único culpable, y mandaré que le saquen solo un ojo anunció; el otro me lo sacaré yo, pues siendo su padre debí haberlo educado mejor; así se dará cumplimiento a la ley, ya que esta nada dice sobre qué ojos hay que sacar". 


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INFORMACIÓN ANEXA:


- Zaleuko de Locri fue un legislador griego del siglo VII a. C., que dio leyes a la ciudad de Locros Epicefirios, en la Magna Grecia (colonias griegas en Sicilia y el sur de Italia)


- "Locros Epicefirios" es la actual ciudad de Locri, en la región de Calabria, casi en la punta de la bota italiana.


- El llamado "Código Locrio", se supone fue el 1° código de leyes escrito de la civilización griega y se le atribuye como creador al legislador griego del siglo VII a. C. Zauleco de Locri.


- La imagen de la fotografía corresponde a la escultura en relieve de "Zauleco de Locri" realizada en 1564 por el escultor y arquitecto francés Jean Goujon.


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Redacción, revisión y publicación responsable: José Córdova García