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martes, 29 de marzo de 2011

Te beso papá...

Lo que ahora escribo lo hago con mucho dolor.

En este preciso momento, que en Santiago son pasadas las 08:00 de la mañana, llegaba el 29 de marzo de 1985 al colegio, como todos los días, y vi a mi a papá recibiendo a los niños, pues era profesor. Conversaba con José Manuel Parada, sociólogo de la Vicaría de Solidaridad, antiguo camarada de la época de la Jota, y apoderado del colegio. Llegué y nos saludamos de beso. Me llevó un momento a un lado y me contó que el día anterior habían secuestrado a un grupo de profesores de su asociación gremial, la AGECH, de la cual era dirigente, y que los aprehensores habían preguntado por él.

Me quedé atónito mirándolo. Tenía catorce años pero eso ya era edad suficiente como para tener la lógica mínima de que si te buscan, y estábamos en pleno estado de sitio, escóndete, ándate del país, qué haces aquí a las puertas de este colegio, a plena luz del día, te van tomar!!!! Se lo planteé, y él, muy pausado y mirándome con una ternura infinita a los ojos, me tomó de las manos y me dijo que no, que éste era su trabajo, éste era su país, que él ya se había ido una vez y que no lo volvería a hacer, que su lugar era junto al pueblo y su lucha para terminar con la dictadura. Buscando argumentos nuevos, que pudieran hacerlo cambiar de opinión, le pregunté si el Partido le había autorizado para irse del país, que en tal caso les hiciera caso. Paciente, se sonrió, y me dijo que pasara lo que pasara jamás culpara al Partido. Que tranquilo, ya veremos cómo salimos de ésta.

Lo último que me preguntó es acerca de la Gigi, que es mi abuela materna, una mujer muy sencilla que perdió cuando muy pequeñita a sus padres en el terremoto de Chillán en la primera mitad del siglo XX, y que llegó como empleada a Santiago. Ella siempre había acogido a mi padre, a pesar que no tenía formación política alguna, y estuvo con nosotros en todas las búsquedas en 1976 por los campos de concentración cuando secuestraron por primera vez a mi padre. Incluso estuvo detenida con nosotros en el Fuerte Silva Palma, en la segunda desaparición de papá ese mismo año. Ahora, en aquel viernes 29 de marzo de 1985, mi papá me contó que la Gigi, días después del Golpe, cuando papá andaba absolutamente clandestino, sucio y hambriento, escondido tratando de reorganizar a la Jota, lo recibió en su casa, corriendo un riesgo altísimo. Le había preparado un baño y comida. Pocas veces se sintió tan acogido por casi una desconocida, por alguien que se entregaba a él por puro amor, por ser el padre de su nieto y esposo de su hija. Mi padre me contó que la tenía siempre presente, y que lamentaba no haber tenido la oportunidad de agradecérselo.

Le di un beso y me fui a clases.

Mi sala daba las espaldas a la calle. A las 8:50, a minutos de lo que ahora escribo, oímos un helicóptero descender casi al techo del colegio. Nos miramos todos extrañados. Luego un freno de un auto, griterío de voces masculinas que denotaban forcejeo, un balazo y silencio.

Tomé el brazo del compañero de banco y le dije: "mi papá". Él me miró sorprendido, pero preocupado a la vez. Fui muy categórico. Inmediatamente entró Carmen Leiva a la sala, que era miembro del Centro de Alumnos, con los ojos en lágrima y tirándose los dedos de las manos. Le pidió permiso al profesor que impartía la clase para hablar con el estudiante Manuel Guerrero Antequera. Yo me paré en medio de sala de inmediato y le dije: "Se llevaron a mi papá". Asintió con la cabeza y se puso llorar e intentó darme detalles de lo sucedido.

Salí de la sala y me fui directo al baño. Me miré rápido al espejo y me tomé unos remedios que tenía para la taquicardia de la que padecía hacía un año. Me hablé a mi mismo preguntándome qué haría papá en una situación como ésta. Salí corriendo a inspectoría, pedí el teléfono y llamé a Sergio Campos, amigo de mi padre, que era locutor de Radio Cooperativa, muy escuchado en Chile. Me puso al aire y denuncié que sujetos desconocidos, probablemente de la CNI, habían secuestrado a mi padre junto a José Manuel Parada, y que temía por sus vidas. Llamé a que la ciudadanía se movilizara de inmediato para exigir a las autoridades su búsqueda y liberación.

Salí de inspectoría y fui a la calle a ver qué es lo que había sucedido exactamente. Había una confusión enorme en el colegio. Cuando se los llevaron había un curso completo que en ese momento estaba en clases de educación física y se econtraba trotando alrededor de la manzana en la calle El Vergel con Av. Los Leones. Muchos de ellos vieron el plagio. Ahí me enteré que el tránsito había sido interrumpido, minutos antes del rapto, por Carabineros de tránsito, motorizados y a pie, y que se reanudó apenas se habían llevado a mi padre con José Manuel. Que el helicóptero también era de Carabineros de Chile. Que al tío Leo lo habían baleado y que un profe se lo había llevado de urgencia a una clínica. Que Marcela, una compañera de segundo medio del colegio, intentó quitarles a los secuestradores a mi padre, que alcanzó a tomarle la mano, pero los otros era más fuertes. Que el Pelluco, uno de los dueños del colegio fue encañonado y amenazado, por lo que él pálido, probablemente para proteger a los niños o por temor a lo que ocurría, cerró la reja del colegio, dejando a mi padre y Jose Manuel peleando solos con los secuestradores en la calle, y que ahí llegó corriendo el Leo, que casi recupera a mi padre que no paraba de gritar, son de la CNI!, ayuda!, nos quieren secuestrar!

Me paré en la calle y me bajó la sensación que todo esto ya lo había vivido. Me preocupé absurdamente por mi seguridad, así es que compañeros me cambiaron parte de la ropa, me puse lentes oscuros, un jockey de gorra, y le pedí a Cristóbal, un compañero y amigo de la Jota del colegio, que me sacara de ahí, que yo tenía un papel que cumplir, que no me podía pasar nada.

Cuando nos fuimos a casa de Cristóbal había llegado la Policía de Investigaciones de Chile junto a Carabineros para preguntar qué había pasado... Me irritó el cinismo de nuestras instituciones de Orden y Seguridad y traté de pensar a qué lugar se llevaban a papá en ese momento.

En casa de Cristóbal conversamos qué podíamos hacer. Era todo confuso, me faltaban elementos, papá de seguro sabía lo que estaba ocurriendo, en qué debía fijarme y acordarme para entender con qué y quiénes estábamos tratando... Yo mismo no tenía clara cuál era la función de papá en el Partido, conocía su labor de dirigente público, pero debía haber algo más, pues sino porqué había tanto recurso del Estado comprometido para tomarlo en forma abierta, a la vista de niños y profesores en un colegio.

Desde que papá había llegado de regreso a Chile de su exilio, el 22 de noviembre de 1982, de forma inmediata lo retuvieron en el aeropuerto. Al entregar sus documentos en el mesón de Policía Internacional, el funcionario al leer la tarjeta de embarque, dijo en voz alta "es él", y acto seguido se lo llevaron a una sala esperando una llamada del "jefe". Mi padre muy preocupado consultó qué es lo que sucedía y en virtud de qué lo tenían retenido. No hubo respuesta. Después que le revisaron toda la documentación y lo que traía, lo dejaron ir. Un automóvil lo siguió hasta la casa familiar de Maipú, cosa que él de inmediato -¡en su primer día de regreso al país, después de años de distancia!- denunció llamando a las radios. Así de valiente era mi viejo, y así de presente lo tenían los organismos represivos de la dictadura.

En diciembre de 1982 retornamos nosotros, junto a mamá y mi hermana América a Santiago, desde Barcelona. Nos reencontramos con papá quien ya estaba participando en la organización de la primera marcha del hambre que se realizó, convocada por el movimiento sindical. El año 83 fue mágico, pues las protestas nacionales eran masivas, se respiraba mucha esperanza, con actos multitudinarios. Papá se abocó a organizar a los profesores cesantes y a la creación del Movimiento Democrático Popular, MDP, que agrupaba a las fuerzas políticas de izquierda que luchaban por el retorno de la democracia, pero con contenido social. Lo acompañé a muchas manifestaciones y concentraciones. Su energía de trabajo era infinita, y siempre tenía la "película muy clara", me comentaba la gente con quien interactuaba. Su apuesta eran las políticas de alianzas, la unidad de la oposición, el derrotar a la dictadura, pero en el marco de una transformación simultánea de la economía, de modo que ésta favorieciera a las grandes mayorías, fundamentalmente al mundo trabajador y poblacional que en aquellos años sufrían una situación de cesantía y hambruna real.

Llegó el año 1984, y papá trabajaba junto al Pato Madera, muralista destacado de la época de las Brigadas Ramona Parra, en el Taller Amistad que tenían en la calle San Pablo. Todo muy sencillo, pero lleno de jóvenes y viejos que hacían lienzos, pintaban cuadros, experimentaban formatos distintos de cassettes y revistas, todo con mensajes llamando a la organización y lucha contra la dictadura.

Asumió Sergio Onofre Jarpa de Ministro del Interior y de inmediato la CNI fue a casa a buscar a papá para detenerlo. Como él no vivía con nosotros no lo pudieron ubicar, pero dejaron una copia de la orden detención y expulsión del país de papá, junto a Mario Insunza Becker, firmada por el Ministro del Interior, con la leyenda "por orden del Presidente de la República", es decir, Augusto Pinochet. Aún conservo ese documento, que da testimonio del lugar desde donde venían las órdenes para vigilar, detener y matar.

Papá tuvo que volver a la clandestinidad. Allanaron la casa de la familia Guerrero en Maipú; secuestraron al hermano menor de papá, mi tío Francisco; detuvieron a una hermana de papá, mi tía Esperanza; detuvieron y torturaron al profesor Tolosa de la AGECH preguntando por papá, en fin, la represión era muy fuerte e intensa para dar con su paradero. Mi padre comenzó un exasperante peregrinar de casa en casa.

En aquellos días yo había cumplido los 14 años. Vivía el inicio de mi adolescencia. Rebelde me pelié con mamá y la amenacé con irme a vivir con papá. Ubiqué a mi padre y la comuniqué mi decisión. Él estaba radiante de felicidad, siempre había soñado con volver a compartir conmigo los momentos en que me dormía y despertaba. Quedamos de acuerdo, yo tomé mis textos escolares, un poco de ropa, mi guitarra, y me fui a Maipú a encontrarme con él a tomar once e iniciar nuestra vida juntos. Llegué puntual, pero dieron las siete, las ocho y las once de la noche y papá no llegaba. Ya cuando me estaba durmiendo apareció, con los ojos llorosos. Me dió un gran abrazo y me dijo, con el dolor de su alma, que lamentablemente no podía irme con él, que habían sacado una nueva orden de detención de parte del Ministerio del Interior y ahora tendría que salir de Santiago. No lo podía creer. Me había costado mucho tomar la decisión. Ahora tendría que volver con mi orgullo en el suelo a casa, a mi pieza de niño, cuando estaba a punto de cumplir uno de mis sueños. Pero sus ojos no mentían, estaba verdaderamente preocupado.

De ahí no lo volví a ver durante meses. Llegó el año nuevo con el que comenzaría 1985. Con mi hermana América fuimos a la casa de mis abuelos en Maipú y celebramos contentos, pero con la ausencia de mi padre que en algún lugar, en alguna casa estaría comiendo con una familia ajena. De pronto, noté que mi abuelo se puso muy nervioso y me hablaba como enojado. Había algo raro en el ambiente. Súbitamente entró al patio de la casa el auto de mi tío Francisco, pero en reversa. Estacionó frente a la puerta de la casa, lo que no era usual. Se bajó mi tío y abrió expectante la maletera. Corriendo fuimos con mi hermana y primos a ver qué sucedía. En su interior habían frazadas, que de a poco tomaron vida y comenzaron a moverse, y de pronto, de entre ellas, se asomó el rostro de papá con su risa gigante y luminosa, mirándonos victorioso. Había burlado el seguimiento y, arriesgando su vida, se sumó a la familia para compartir unos momentos junto a nosotros.

Pasé toda la tarde pegado a él, como un pequeño animalito incondicional. Comimos, lavamos los platos juntos, guitarreamos un rato -ambos somos desabridos pero gozamos cantando-, y luego llegó el momento de la despedida. Yo me abracé de mi hermana mientras observábamos como se volvía a introducir a la maletera y se perdía bajo las frazadas. ¿Lo volveríamos a ver?

A principios del año 85 el Ministerio del Interior informó a la familia que a papá le habían levantado la orden de detención y expulsión del país. Apenas lo supo, él aprovechó de inmediato la ocasión para volver a encontrarse con los profesores y juntos pasamos los efectos del terremoto de inicios de marzo de aquel año. Papá criticaba el que los propios profesores cesantes tuvieran que juntar limosnas para repartírsela a los colegas que habían quedado sin hogar producto del sismo. "Le estamos quitando a los que no tienen, y le estamos dando miseria a los que se merecen mucho más. Tenemos que exigirle a las autoridades estatales que asuman ayudar a todos los damnificados. Esto no es una cuestión de caridad, es un problema político desde el cual debemos organizarnos para protestar y buscar unidad de propósitos con amplios sectores", decía.

En eso estaba cuando el secuestro del 29 de marzo de 1985. Sin embargo esto no podía constituir motivo suficiente para que una institución del Estado secuestrara a tanta gente consultando por papá y luego se lo llevaran de las puertas de un colegio. Ese era mi intución en aquel minuto a pocas horas de ocurrido el secuestro en mi colegio. En casa de Cristóbal, trataba y trataba de dar en mis recuerdos con alguna pista para saber por dónde había que buscarlo para hallarlo vivo y salvarlo de una muerte segura, pero no supe desenrredar la madeja. Me faltó edad, experiencia, y claro, papá realizaba una actividad con mucho sigilo que solo con el tiempo pude ir reconfigurando. Ahí estaba la verdadera clave de su secuestro y posterior degollamiento. Su caso fue utilizado para atormentar a toda la sociedad, de ello no cabe ninguna duda. Pero no era solo eso, había un odio particular hacia él, desde el mismo año 1976 cuando sobrevivió la detención y desaparición, torturas y prisión política...

A fines de 1984, la peridiodista Mónica González de la revista Cauce, de oposición al régimen, había sido contactada por Andrés Valenzuela, alias "El Papudo", ex agente del Comando Conjunto -organismo que coordinaba distintas ramas de las Fuerzas Armadas con el propósito de reprimir-, quien se encontraba sometido a profundos remordimientos por sus acciones pasadas y valientemente dio el paso a contar su verdad, a riesgo de que se supiera y fuera ultimado por sus propios ex colegas. Mónica González se juntó con él y no podía dar crédito a todo lo que este hombre le relataba: detalles de las detenciones, torturas, ejecuciones y lugares donde habrían dejado los restos de muchos detenidos desaparecidos durante el año 1976, el mismo año en que el Comando Conjunto había tenido detenido desaparecido a mi padre. La periodista dándose cuenta de que se trataba de información extremadamente delicada, antes de su publicación decidió validar la misma, para lo cual contactó a José Manuel Parada, que a la sazón era el encargado de Documentación y Archivos de la Vicaría de la Solidaridad. En Chile habían muy pocas personas que como él manejaban casi toda la información acerca de los aparatos represivos, pues le llegaban a diario los testimonios de los luchadores sociales y sus familiares que habían sido apresados.

José Manuel, al conocer el carácter de la información y antes de entrar en su detalle, le sugirió a la periodista que había una persona, la única persona en realidad, que contaba con toda su confianza y que podía triangular la información con su propia experiencia de detención en manos del Comando Conjunto y lo que indicaba Valenzuela: mi padre. Con la venia de Mónica González, los tres se pusieron a analizar las largas horas de grabación del testimonio y mi padre con José Manuel no podían creer a lo que estaban accediendo: la estructura completa del Comando Conjunto, sus acciones, las fechas de detención de los militantes comunistas detenidos desaparecidos, los sitios en que fueron ultimados, los nombres y alias de los agentes de las distintas ramas de las fuerzas armadas y de civiles que participaban en el Comando. Mi padre, absolutamente impresionado, iba confirmando una a una las informaciones. Estaban frente a una información valiosísima que permitía aclarar muchos casos de violaciones a los derechos humanos y dar con el paradero de los detenidos desaparecidos. Pero al mismo tiempo se dieron cuenta que sus vidas, como la del ex agente, corrían un enorme peligro, pues los agentes seguían activos y harían todo para que tal información no se hiciese pública. Por ello decidieron que la información se publicaría cuando Andrés Valenzuela estuviera a salvo fuera del país y cuando ellos mismos hubieran alcanzado a tomar las medidas de seguridad que evitaran su inminente captura. La decisión era presentar toda la información en un medio de circulación masiva en el extranjero, tipo Washington Post, y una vez fuera conocida, entregarla con detalles a los Tribunales de Justicia chilenos para que investigara los hechos.

Leyendo y releyendo el testimonio del agente Papudo, mi padre se pudo enterar de los detalles de su propia detención en 1976 cuando tenía 27 años de edad, pues Andrés Valenzuela había participado en tal episodio. Ahora comparto con ustedes parte de la información que probablemente llevó mi padre a la muerte, por el terror y cobardía de los agentes a enfrentar la verdad y su responsabilidad en los hechos, que aún siguen impunes:

"El operativo fue en el sector de Departamental. Recuerdo que la 'Pochi", la agente de la FACH Viviana Ugarte Sandoval, estaba en el lugar con un equipo de radio para avisar su salida. Cuando salió, fue tomado por el "Chico" y "Alex", agentes de la Marina, y a consecuencia de un pequeño forcejeo, a "Chico" se le disparó el arma, hiriendo a Guerrero en un costado. Fue conducido de inmediato a "La Firma" estando herido. Allá, el "Lolo", el "Fifo" Palma, "Jano" y "Wally", lo interrogaron y torturaron poniéndole electricidad directamente en la herida.

A consecuencias de los golpes y electricidad, Guerrero perdió el conocimiento por unos instantes por lo que se llamó al doctor Alejandro Forero "hijo", hoy cardiólogo en el Hospital de la FACH. El doctor señaló que la herida era grave y que el detenido debía ser trasladado al hospital.

Alrededor de una hora después que se fue el doctor Forero de "La Firma", se recibió el llamado telefónico de un general, no estoy seguro que fuera de la FACH, y ordenó el traslado de Guerrero al Hospital de Carabineros. Nos causó sorpresa que el general ya estuviera enterado que teníamos a Guerrero. En el hospital estuvo siempre esposado, lo que recuerdo bien ya que varias noches me tocó hacerle guardia."

Con esta información, ahora quedaba claro porqué el Comando Conjunto había resuelto "entregar" a mi padre a la DINA durante su detención y desaparición en 1976: Mi madre en aquellos meses hizo todo lo humanamente posible para dar con el paradero de mi padre, concurriendo personalmente -embarazada de mi hermana América- a las oficinas del presidente de la Corte Supre ma. Él para calmarla hizo un ejercicio retórico: "Señora, en Chile no hay detenidos desaparecidos. Voy a llamar delante de usted al General Contreras, para que se de cuenta que no hay nadie del nombre de su marido detenido en algún recinto de las Fuerzas Armadas y de Orden". Y lo hizo. Y sin saberlo o quererlo, esta llamada al despacho del coronel Manuel Contreras, que dirigía la DINA, le salvó en ese momento la vida a mi padre, pues cuando Contreras se enteró que uno de los principales dirigentes de las Juventudes Comunistas, a quien sus hombres buscaban intensamente, se encontraba en poder del Comando Conjunto, o el "Grupo de los 20" como se hacía llamar, enfureció, porque no estaba informado. Movió todos sus contactos y exigió que el director de la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea, general Enrique Ruiz Bunguer, y el director de la Dirección de Inteligencia de Carabineros, general Rubén Romero Gormaz, le entregaran a mi padre.

La presión del coronel Manuel Contreras se hizo insoportable y la Dirección de Inteligencia de Carabineros (DICAR) debió asumir su detención. El 18 de junio de 1976, estando mi padre ilegalmente detenido y baleado -sin que nadie de nosotros supiera su paradero- en el Hospital de Carabineros, el ge neral Romero debió entregarlo a la DINA a pesar de que la bala seguía enterrada en su axila. Un oficio firmado por el general Rubén Romero Gormaz, y dirigido al director de la DINA, acompañó a mi padre en su ingreso al campo de concentración de Cuatro Alamos, que estaba bajo control de la DINA: "Remito antecedente del dirigente de las Juventudes Comunistas Manuel Guerrero Ceballos, quien fue detenido por personal de Inteligencia y que se encuentra a disposición de la DINA, en el Hospital de Carabineros."

Siete días permaneció incomunicado mi padre en Cuatro Alamos. La bala la tenía aún clavada en el costado. En esos siete días se decidió su destino, pues el viernes 25 de junio de 1976, el día de su cumpleaños y a la misma hora en que la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el recurso de amparo en favor de él, mi padre fue obligado a levantarse de su camastro en la celda de incomunicación en que fue arrojado. No sabía adonde lo llevarían. Esa misma mañana fue trasladado al campamento del lado, el del tránsito a la libertad, Tres Alamos. Los organismos represivos, por esta lucha entre ellos, habían decidido que viviera, pero no contaban con que mi padre denunciaría por todo el mundo lo que le habían hecho y que había reconocido a uno de los agentes, el traidor Miguel Estay Reino, el "Fanta".

La información que entregó Valenzuela en su testimonio a Mónica González era una bomba, y en rigor, sigue siendo una bomba. Pues en ella se establece, entre otros aspectos, que Viviana Ugarte Sandoval, alias "La Pochi", había participado como agente del Comando Conjunto en la detención ilegal de mi padre. Presumiblemente ella es la mujer que relata en un escrito que dejó papá con el nombre "La sesión macabra continua", donde describe las torturas que le aplicaron, y que en medio de ellas había una mujer que lo acariciaba mientras le aplicaban electricidad.

Sí. Viviana Lucinda Ugarte Sandoval es la esposa del general de la FACH Patricio Campos, quien es la persona nombrada por las Fuerzas Armadas que participó en la Mesa de Diálogo que tenía por objeto recabar información acerca del paradero de los detenidos desaparecidos en Chile... Curiosamente, precisamente la información que correspondía a las víctimas del Comando Conjunto fua alterada, de acuerdo a las declaraciones de Otto Trujillo, "Colmillo Blanco", otro agente del Comando Conjunto que contó su versión de la verdad al diario La Nación.

Por desgracia, y por razones que aún me cuesta comprender, la entrevista a Andrés Valenzuela fue publicada sin autorización de mi padre y José Manuel en el extranjero, antes que ellos pudieran ponerse a salvo. Los agentes del Comando Conjunto, ahora agrupados en un departamento de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (DICOMCAR), con domicilio en calle Dieciocho, en el mismo local de la "Firma" en que tuvieron torturado a mi padre en 1976, apenas se enteraron del testimonio de Valenzuela se pusieron en alerta y decidieron cortar literalmente el problema por la raíz: eliminar a José Manuel y mi padre, para impedir que la verdad circulara por el mundo. Por ello allanaron y secuestraron la imprenta de la Asociación Gremial de Educadores de Chile (AGECH) el 28 de marzo de 1985. Buscaron frenéticos ese lugar pensando que ahí se encontraban los stenciles de publicación del testimonio de Valenzuela sobre el Comando Conjunto. La imprenta estaba a nombre del artista gráfico Santiago Nattino. Esa misma noche lo secuestraron y lo llevaron a calle Diecicho, al local de la DICOMCAR, ex La Firma del Comando Conjunto. Lo esposaron a un parrón y comenzaron su tortura. Una vez que secuestraron, al día siguiente, el 29 de marzo, como hoy, a mi padre y José Manuel, los torturaron a los tres, quemándoles cigarrillos en el cuerpo, sacándoles las uñas, aplicándoles electricidad y quebrándoles los huesos de la frente a culatazos.

Al día siguiente, el 30 de marzo de 1985, dirigidos por el Fanta, con un cuchillo atacameño que le había regalado Moren Brito, los degollaron bajo Estado de Sitio camino a Quilicura y dejaron que sus cuerpos se desangraran. Hoy tres sillas vacías recuerdan a don Santiago y a los Manueles en el lugar en que les dieron muerte. 

No quisieron que se supiera la verdad, como ha sido la tónica del silencio de las Fuerzas Armadas y de Orden para no dar con el paradero de los detenidos desaparecidos. Fundamentalmente por cobardía a no enfrentar sus propios actos, sus propias decisiones. Siguen estando en deuda con nosotros, con los hijos, con la sociedad chilena. La mayoría de aquellos agentes y de quienes les dirigían no han sido juzgados, y los médicos que torturaron, los civiles que actuaron, los oficiales que participaron en tan horrendos crímenes, siguen en sus lugares de trabajo como si nada pasara.

Pero sí pasa y no deja de pasar. Tal como mi padre y José Manuel arriesgaron y dieron sus vidas por la verdad y la justicia, nuevas generaciones surgen y dan con creatividad las luchas del presente, vinculados con aquella memoria del crimen, pero también de los compromisos, las militancias por una vida digna.

Por eso hoy los recordaremos en nuestra velatón cultural. Cada uno/a tomará de la mano a don Santiago y a los Manueles, y con ellos a cada uno/a de los/as luchadores/as sociales de nuestro país, de su mundo trabajador, artístico, profesional, intelectual. Somos muchos/as. Honraremos sus vidas y no dejaremos de denunciar y exigir justicia a sus asesinos y al Terrorismo de Estado. Hacemos el esfuerzo diario de seguir enamorados de la vida, como una conquista que no nos pueden ni queremos que nos quiten. Por eso decimos, ¡Con Memoria y Alegría, Adelante por la Vida!

Hoy pondré mi vela por ese último beso que le di a papá, y a quien he dedicado mi modesta vida, junto a mi compañera e hijas. Ahí estaremos, en la calle, codo a codo. Y entre la gente, quiero verte bailar...

Todos los días, toda la vida.


Manuel Guerrero Antequera
Santiago, 29 de marzo 2011, 08:35 hrs.

Publicación Original: http://networkedblogs.com/fZGco Otra es: El Mostrador

Contactar en twitter: @manuel_guerrero

lunes, 28 de marzo de 2011

Celos y engaños en la pareja. ¿Continúas la Relación? ¿De qué depende?

Diferencias Sexuales: Imaginando engaños de la pareja con las mujeres o los hombres.

Publicación original el Viernes 28 de Enero de 2011

Austin, Texas, EE.UU. Según una nueva investigación es dos veces más probable que los hombres siga saliendo con una novia que lo ha engañado con otra mujer, que una que lo ha engañado con otro hombre. Las mujeres muestran el patrón opuesto. Es más probable que siga saliendo con un hombre que ha tenido una relación heterosexual que uno que ha tenido una relación homosexual.

El estudio, publicado en la revista Personality and Individual Differences , proporciona una nueva comprensión de las adaptaciones psicológicas detrás del deseo de los hombres para una variedad de socios y de deseo de las mujeres de un socio comprometido. Estas unidades han jugado un papel clave en la evolución de la psicología de apareamientos humanos.

"Un mecanismo de celos robusta se activa en los hombres y las mujeres por diferentes tipos de señales - aquellas que amenazan la paternidad en los hombres y los que amenazan el abandono de las mujeres", dice Jaime C. Conferencia, es el autor principal del estudio y estudiante de doctorado en psicología evolutiva en la Universidad de Texas en Austin. Jaime Conferencia condujo el estudio con su padre, Mark D. Cloud, un profesor de psicología de Lock Haven University en Pennsylvania.

Los investigadores pidieron a 700 estudiantes universitarios que se imaginen que estaban en una relación comprometida romántica y sexual con alguien que ha estado saliendo durante tres meses. Se les preguntó cómo responderían a la infidelidad cometida por la pareja imaginada. Algunos participantes dijeron que sus parejas le habían sido infieles con un hombre, otros con una mujer. Algunos dijeron que sus parejas tenían una relación amorosa con una persona, otras personas con múltiples parejas. Algunos dijeron que la infidelidad sucedió una vez, otras dos veces.

Independientemente del número de episodios o socios, el estudio encontró que:

En general, los hombres demostraron

(1) una probabilidad del 50 por ciento de continuar con una pareja que ha tenido una relación homosexual, y
(2) una probabilidad del 22 por ciento de permanecer con una mujer después de una relación heterosexual.

Las mujeres demostraron

(1) una probabilidad del 28 por ciento de continuar hasta la fecha un novio que ha tenido una relación heterosexual, y
(2) una probabilidad del 21 por ciento de quedarse con alguien que haya tenido una relación homosexual.

Los hallazgos sugieren que los hombres tienen más dificultades por el tipo de infidelidad que podría amenazar su paternidad de la descendencia. Los hombres también pueden ver una relación homosexual de la pareja como una oportunidad de aparearse con más de una mujer al mismo tiempo, dicen los autores.

"Estos resultados son aún más notable si se considera que las encuestas de la homosexualidad actitud de mostrar a los hombres tienen actitudes más negativas hacia la homosexualidad y ser menos favorable de los derechos civiles para parejas del mismo sexo que las mujeres. Sin embargo, esta tendencia general de los hombres que muestran una menor tolerancia de la homosexualidad que las mujeres se invierte en la situación de un gimnasio de mejora - homosexualidad femenina ", dicen los autores.

Por el contrario, las mujeres se opusieron a mantener relaciones después de los dos tipos de cosas, pero sobre todo para una relación homosexual de su novio. Este asunto puede ser visto como una señal de insatisfacción con la relación actual y un preludio de abandono es posible, según los autores.

A los participantes también se les pidió los resultados de las experiencias de infidelidad en la vida real. Resultados similares a los de los escenarios de la infidelidad imaginada: Los hombres fueron significativamente más propensos que las mujeres que han terminado sus relaciones reales a raíz de una pareja (presumiblemente heterosexuales).


Ver Fuente Original (en Inglés): http://bit.ly/hAjEv8

lunes, 21 de marzo de 2011

KUTRIÑUKE MARICHAU WINKA – EL INFIERNO DE TEMUCUICUI

Original de Verónica Torres Salazar

Ángelo Marillán toma desayuno con sus padres mientras sus dos hermanos chicos duermen. Tiene 12 años y hoy no va a ir al colegio, sino a la posta. Es asmático y su madre quiere aprovechar la visita mensual que hace el médico a la comunidad. Ángelo se termina la leche y se asoma por la ventana. La neblina apenas deja ver los cerros y algunas casas de la comunidad mapuche de Temucuicui. Ángelo se abriga como puede. No tiene parka y sus zapatos están rotos igual que su chaleco. Cuando va a salir oye como si una enorme piedra cayera sobre el zinc del techo.

Un segundo mas tarde el ruido se repite.

No son piedras. Son disparos.

Los perros ladran y los dos niños más chicos se despiertan. Erika se asoma a la ventana y le grita a su esposo:

-¡Andrés, los pacos!

Un piquete de carabineros rompe el cerco de alambre y entra. Andrés y Erika corren donde sus niños más chicos. No tienen dónde esconderse: la casa es pequeña, tiene apenas dos piezas. Andrés logra huir con los más pequeños en brazos, cuando un vidrio se quiebra y adentro de la casa cae una bomba lacrimógena.

-¡Ángelo, su asma! -grita Erika.

Pero Ángelo no está. Es el 24 de julio de 2006 y el niño permanecerá perdido en los cerros hasta la noche.

Cerca de ahí Patricio Queipul, también de 12 años, pasea los bueyes de su tío. El chico tiene la habilidad de domar los animales y en su casa han decidido que ese sea su oficio. Por eso no va al colegio y aún no sabe leer. Patito, como le dicen todos, escucha los disparos y ve venir a su amigo Ángelo llorando y asustado. Patito lo sigue hacia los cerros sin preguntarle nada.

-A mi casa los pacos han ido varias veces- cuenta Patito. “Me preguntan si mi papá tiene armas y ahí a uno lo amenazan: le ponen en la cabeza una cuestión, un revolver que andan trayendo. Yo me quedo callado y trato de no llorar porque si uno está con miedo y ellos se dan cuenta, más lo asustan a uno”.

A esas alturas en la casa de Ángelo ya no queda nadie. Su padre ha logrado escapar con los niños más chicos. Pero a Erika la han detenido y está en un bus de Carabineros junto a otras mujeres mapuches capturadas en el masivo allanamiento.

-Me tuvieron ahí horas. Querían saber si conocía a los Catrillanca y a los Huenchullán que son los que pelean las tierras de nosotros. Me decían ‘india de miércale, tú sabís dónde se esconden’, y como no sabía, me pegaban. Después nos hicieron sacarnos la ropa a la fuerza para manosearnos. Quedé con puro sostén y calzones y le dije al carabinero ‘estoy embarazada ¿por qué me hacen estas cosas?’. Estaba asustada y me puse a llorar por mí y por mi chiquillo que estaba perdido -recuerda Erika.

En los cerros los niños no paran de correr. La noche los sorprende cansados y entumidos. Pero cuando quieren regresar a casa, no encuentran el camino.

El papá de Ángelo y el tío de Patito los ubican cerca de la medianoche. Están abrazados debajo de un pino, llorando. En shock.

El caso de Ángelo y Patito es uno de los 16 hechos de violencia policial registrados desde 2004 a 2006 en Temucuicui, la comunidad mapuche más conflictiva de toda la IX Región. La fuga de los niños y el allanamiento de sus hogares aparece mencionado en el informe de este año de Amnistía Internacional como un ejemplo del hostigamiento y el maltrato de la policía chilena hacia los pueblos originarios: “la policía disparó gas lacrimógeno, balas de goma y fuego real contra miembros de la comunidad que iban desarmados. Varias personas resultaron heridas y algunas casas, destruidas. El gas lacrimógeno afectó a algunos menores que huyeron a los montes colindantes. Al finalizar el año no se tenía noticia de que se hubiera iniciado ninguna investigación sobre el allanamiento”.

En lo que va de esta década varios organismos internacionales han alertado sobre lo que se vive en la Araucanía y particularmente en esta comunidad. La advertencia más reciente provino del Comité de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño que le recomendó al Estado en marzo “asegurarse que la juventud indígena no sea víctima de la brutalidad policial y se tomen acciones preventivas y correctivas cuando se sospeche de algún abuso”.

Toda estas apreciaciones, sin embargo, han hecho bien poco por mejorar la situación social, particularmente en Temucuicui.

Así lo señala Rodolfo Stavengahen, el Relator Especial de la ONU, que visitó Chile en 2003 y le pidió al gobierno tomar medidas y “evitar la criminalización de las legítimas actividades de protesta o demandas sociales” por la recuperación de sus tierras ancestrales.

Consultado por The Clinic el Relator Stavengahen, reiteró sus críticas: “Es preocupante la violencia que se ha venido ejerciendo contra algunas comunidades mapuches por parte de Carabineros y autoridades locales. Me preocupa que se sigan aplicando leyes inapropiadas a la protesta social de las organizaciones mapuche en torno al problema de sus derechos a la tierra. Es también decepcionante que el gobierno no haya dado seguimiento a las recomendaciones que hice en el 2003. Chile ha suscrito los principales instrumentos internacionales de DD.HH. y está obligado a proteger los derechos de los pueblos indígenas. Debe abstenerse de criminalizar las legítimas acciones de los mapuche en defensa de sus derechos económicos, culturales y sociales”.

En estos días Chile postula a un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Los analistas políticos consideraron que la no extradición de Fujimori era un tema que podía atentar contra esa postulación. Nadie mencionó el tema Mapuche ya que prácticamente todos los actores nacionales le han dado la espalda durante décadas.

TEMUCUICUI Y LAS TIERRAS

Temucuicui está a media hora de Ercilla, la segunda comuna más pobre de la Araucanía. Sus casas se desperdigan a los pies del cerro Coipué y lo único parecido a un centro cívico, lo constituyen la posta, la escuela y los restos de una iglesia que hoy los comuneros ocupan como camarín para sus pichangas domingueras. En las paredes de la iglesia hay cientos de rayados del tipo : ‘Sin Kerer fuimos malditos y mil veces olvidados’. Son letras de grupos punk, españoles y argentinos, como la Polla Records, Escorbuto y Flema, que maldicen al sistema. En el frontis de la iglesia, hay otra pintada más grande, que resume la causa de años de problemas: ‘LIBERTAD Y TERRITORIO’.

Fuera de eso, nada indica que esta es una zona de conflicto. Por todos lados hay árboles. El cielo es limpio y diáfano y desde cualquier punto se puede sentir cómo corre el Huequén, el río cercano.

Según un estudio del Centro de Estudios Públicos del año pasado, los mapuche rurales han recibido sólo una parte del desarrollo que ha tenido el país. La mayoría (86 por ciento) cuenta con electricidad, pero casi nadie (9 por ciento) posee alcantarillado. Un 69 por ciento tiene televisor a color y un 52 por ciento tiene celular, pero nadie cuenta con conexión a Internet. En cuanto a los estudios, el 51 por ciento por ciento no ha llegado a primero medio. Y el 25 por ciento no terminó ni la enseñanza básica.

Temucuicui calza con esos indicadores. Las casas tienen letrinas. Las mujeres trabajan en el huerto y los hombres venden leña y animales. Los niños ayudan a sembrar y todos tienen los zapatos rotos y llenos de barro. Acá se sobrevive con lo mínimo. Lo mismo que en las comunidades mapuche de la zona.


En Temucuicui hay tres clandestinos para 120 familias. Y en los caminos es fácil encontrar cajas de vino. El alcoholismo es un tema fuerte. La última víctima fue el padre del niño Ángelo, Andrés Marillán, que murió en junio de este año producto de un paro respiratorio tras una larga borrachera. Una comunera muda fue a darles la noticia. Ángelo le abrió la puerta y la vio haciendo señas. No entendía nada, así que la mujer lo tomó del brazo y lo llevó donde su padre estaba tirado.

Marillán tenía 28 años. Había peleado en la recuperación de los terrenos que actualmente ocupa la comunidad. Incluso en 1999, fue baleado y los perdigones le quedaron incrustados en sus piernas. Por eso en la comunidad lo consideraban un weichafe (guerrero).

En los faldeos del cerro Coipué hay una gran casa patronal que explica gran parte de los problemas de Temucuicui. Es una imponente construcción de madera, con 12 piezas hoy vacías y un subterráneo tétrico. Allí vivió por casi 50 años Juan Patterson, y en ese subterráneo, dicen los comuneros, encerraba a los mapuches y les aplicaba electricidad.

Patterson llegó a la comunidad cuando había rucas. Todas las tierras eran mapuches y ellos las administraban sin papeles. En 1884, sin embargo, el Estado chileno comenzó a regularizar la situación a través de la entrega de un ‘título de merced’ una suerte de escritura que determina la extensión de la propiedad. El Estado sólo les reconoció 250 hectáreas, es decir, el terreno donde tenían sus rucas. El resto, donde cultivaban, donde sus animales pastaban, todo el río y el cerro fueron rematadas. Una parte de ellas las compró Patterson, quien bautizó el lugar como Fundo Alaska.

Patterson levantó su casa patronal y tomó el control. Le dio trabajo a los mapuches a cambio de un saco de trigo y de la chicha que producían sus viñas. Los más viejos alegan que nunca pagó con plata y que a veces los curaba para hacerlos creer que ya les había pagado. Cuando un mapuche perdía un animal en sus tierras o iba a buscar leña, Patterson salía con su carabina y disparaba al aire.

Tuvieron que pasar 40 años para que los mapuches intentaran revertir la situación. Fue en 1970, con la llegada de Allende, época en que en distintas zonas de Chile, los mapuche expropiaron alrededor de 80 mil hectáreas.

Para entonces, Juan Patterson había muerto y su hijo Carlos estaba a cargo de todo. Un día el lonko, el jefe máximo de la comunidad, llegó hasta la casa patronal, se paró frente a Patterson y le dijo: “hoy, usted se va y nosotros nos quedamos”.

Juan Catrillanca tenía 18 años y recuerda bien ese día. Es hijo del lonko que encabezó la toma y se siente orgulloso. También recuerda lo que ocurrió tras el golpe de Estado.

-Pinochet le devolvió el terreno a Patterson. Hubo muchos allanamientos y se quemaron las rucas. A mi papá lo tiraron al río y hoy está ciego y sordo. Yo fui torturado por los carabineros y el mismo Patterson. Estuve 7 meses preso, guasqueado con alambres de fardo, encerrado en la pesebrera de los caballos -cuenta.

Después que su papá fue golpeado, Catrillanca asumió como nuevo lonko de la comunidad. Patterson, en tanto, vendió el fundo a Mininco, la forestal de Eleodoro Matte.

El miedo mantuvo en calma estos territorios hasta casi el final de la era Pinochet. Según el Informe Rettig durante la dictadura murieron 41 mapuches en toda la Araucanía y 80 figuran aún como desaparecidos.

Recién a mediados de los 80 los mapuches comenzaron a organizarse de nuevo. En 1985 los comuneros de Temucuicui intentaron recuperar sus tierras judicialmente, pero perdieron. En noviembre de 1988 se tomaron los predios que ahora ocupaba la Mininco. Entonces, carabineros los desalojó, pero ellos volvieron a tomarse el fundo.

Hoy en Temucuicui hay 17 comuneros con órdenes de aprehensión pendientes. Varios de ellos están acusados de delitos cometidos durante la larga pelea con Mininco, que casi duró 10 años. Es el caso de Marcelo Catrillanca, hijo del Lonko. Lleva cuatro años en la clandestinidad, después de haber sido condenado a 5 años y 1 día por un incendio en la forestal.

Marcelo tiene 37 años y es parte de la generación de mapuches que se formó en dictadura y a la que se le hizo sentir vergüenza de su origen.

-De niño yo quería ser mapuche, pero en la escuela me sacaron eso del corazón. Me decían ‘indio’ y me tuve que adaptar, hablar castellano. Llegué hasta sexto básico y después me puse a trabajar en la forestal. Me pintaba el pelo para tenerlo más castaño como los chilenos. Quería verme más bonito. En ese tiempo todo era onda disco -cuenta.

Sin tener muchas ganas, Marcelo participó en la toma de la forestal en 1988. Para él nada de eso servía. Pero el cambio le llegó en democracia, cuando Aylwin promulgó la ley indígena y apareció el ‘Consejo de Todas las Tierras’ liderado por Aucán Huilcamán y tiempo después la Coordinadora Arauco-Malleco. Ambos con un mismo objetivo: expulsar a los agricultores y a las forestales de sus tierras.

Marcelo empezó a ver las cosas de otra forma:

-Me acuerdo que estábamos comiendo en un campamento de la forestal cuando en la tele salió el peñi (hermano) Aucán Huilcamán. Estaba hablando a favor de los mapuches, entonces, unos amigos míos que no eran mapuche empezaron a decir ‘ya salió el indio tal por cual’. Cuando dijeron eso pensé ‘¿por qué hablan así, si el hombre está haciendo algo bueno?’. Ese día me di cuenta que estaba perdido -explica Marcelo. Y agrega: “Hoy a veces llego a pensar que es necesario morir para que otros vivan bien, para que mi pueblo algún día pueda ser reconocido”.

Para su esposa, Teresa Marín, los años de clandestinidad han sido una pesadilla. Tienen tres hijos y ella los mantiene. Algunas veces, Marcelo va a comer a la casa y Teresa se para en la puerta a ver si vienen los carabineros. Llevan 14 años juntos y ya no tienen sexo.

-Aquí no hay tiempo pa’ quererse -dice Teresa-. Como él no puede sentarse, relajarse, menos vamos a dormirlos una siesta pa’ hacer otro crío. A veces cuando los carabineros vienen me dicen “tanto tiempo, señora, ¿usted no desea?”, y me tocan las piernas. Mis niños dicen “tenimos un papá fantasma” porque lo ven en el oscuro y se les va. Mi marido quisiera estar con su familia, llega llorando y yo le digo, “usted no se va entregar porque el Mininco lo condenó injustamente. Usted no es un delincuente pa’ que esté encerrado”. Yo le doy la fuerza, le doy harinita tostada con azúcar pa’ que lleve a onde anda por ahí.

El conflicto con Mininco se prolongó hasta el 2003, cuando la Conadi compró el Fundo Alaska y lo restituyó a sus verdaderos propietarios.

Hoy Temucuicui tiene 2 mil hectáreas. Es según los documentos de la Conadi, una de las comunidades que más terrenos ha recibido. Por ello, para el organismo su peticiones figuran como solucionadas. Pero los conflictos no han terminado. Jaime Andrade, director de la CONADI hasta marzo, conoce el problema de la comunidad y reconoce que el asunto no se soluciona con la entrega de tierras.

-Temucuicui es la muestra que el problema indígena va más allá de las tierras. Aunque son un tema principal para los mapuches, porque tiene que ver con su identidad, también se trata de un problema político que tiene demandas específicas que han sido comprometidos desde la recuperación de la democracia y que no se han aprobado en el Parlamento: el reconocimiento institucional como pueblo y la ratificación del Convenio 169 de la OIT -dice.

Hoy los comuneros de Temucuicui alegan que los suelos entregados fueron sobre explotados por la forestal y que cada vez les es más difícil sembrar y criar animales. Por eso, buscan apropiarse del Fundo Montenegro y La Romana de su otro vecino de años, René Urban Pagnard. Esos terrenos, dicen, también les pertenecían antes de 1884.

En Temucuicui todos están convencidos de eso. Hasta Patito Queipul: “A mi cuando grande me gustaría pelear las tierras del Renecito. Así le dicen al Urban. A mi sus tierras me las mostró mi abuelita y me dijo que nos pertenecían. Cuando mi papá estaba chico y yo todavía no existía, a ella le hacían allanamientos. Y pa’ que dijera las cosas le quemaban la lengua con las brasas del fuego. También le quemaban el cuerpo. Tenía varias cicatrices. Mi abuelita siempre decía que antes un paco podía venir a buscar como a cinco mapuches, pero ahora tienen que venir varios para llevarse a uno. Eso a ella le daba orgullo. Antes los mapuches les tenían respeto a los carabineros y ahora ya no”.

EL GRINGO

Los ancianos de Temucuicui le dicen a Urban, ‘Renecito’. Lo conocen desde que era niño y se paseaba a caballo por las tierras con su padre, el hijo de un agricultor suizo que se instaló en el Fundo Montenegro cuando todo era pura maleza. A diferencia de Patterson al padre de Urban los mapuches lo encontraban un buen hombre. Muchos lo trataban con respeto. Él acostumbraba venderles trigo barato y su esposa, Melania Pagnard, instaló una escuela donde le enseño a leer y a escribir a muchos mapuches.

Juan Catrillanca, el lonko, fue alumno de Melania y compartió con Renecito.

-Ese fue perro desde niño. Pasaba al lado de nosotros y nos empujaba. A veces nos decía “el indiecito no se lava la pata” y cuando un trabajador le hablaba fuerte, él lo castigaba -recuerda.

Después que murió su padre, Urban se hizo cargo del Fundo Montenegro. Por entonces el ambiente comenzaba a agitarse y Patterson ya le había vendido a la Mininco. Urban fue testigo de cada una de las peleas con la forestal hasta que el 19 noviembre del 2002 le quemaron su casa. El cuidador le dijo después que ese día había escuchado a unas personas gritar ‘gringo, concha de tu madre’ mientras que otros campesinos le comentaron que habían oído expresiones en mapudungun. Sin embargo, nunca se encontraron a los responsables.

-Quedamos con la ropita puesta. Mi señora estuvo meses sin ir a mirar la casa. Nos han pasado cosas terribles -dice Urban.

Ahora Urban vive en Ercilla, en una casona antigua que era de su mamá. Tiene 63 años y es tan canoso que hasta sus cejas tupidas son blancas. Mide más de un metro ochenta y cuando era joven jugaba basketball, corría caballos y era campeón del rodeo. Tiene varios de esos trofeos en el living y en la muralla hay un cuadro donde aparece pintado su padre, con chupalla y manta. Urban cuenta que está lleno de arritmias cardíacas. En su casa tiene 20 bombas de agua plástica, que compró en España y que sirven para apagar incendios. Están repartidas los ventanales. En la puerta de entrada hay dos carabineros que lo cuidan.

Los Urban tienen protección policial las 24 horas del día. Lo mismo pasa con sus predios Montenegro, La Romana, Nilotraro y Santa Melanie. Urban ha denunciado 23 atentados en su contra, de los cuales 16 han terminado en querellas por los delitos de amenazas, abigeato (robo de animales), destrucción de cercos e incendio terrorista de bodegas; e incendio de un camión, de siembras y de potreros. En 8 de las denuncias, Urban se querella contra los comuneros de Temucuicui, especialmente contra los hermanos Huenchullán.

-Cuando ellos peleaban por Alaska pasaban a decirme ‘vecino, vamos a tomarnos el campo de al lado, no se preocupe’, pero después se pusieron violentos conmigo y eso es ser el traicionero más grande…. - dice Urban. Agrega: “Yo pienso que las autoridades tienen que explicarles que existe la propiedad privada. Ellos están obsesionados con mi campito y pucha, si ellos vienen y me piden a mi señora ¿yo voy a tener que decir UPA?… No po, porque antes de morir mi abuelo me tomó la mano y me dijo: ‘nunca dejes este campo, consérvalo para cualquiera que lleve el apellido Urban’ y eso es lo que me mantiene firme”.

Urban se pone a llorar. Héctor -el único hombre de sus tres hijos- se cruza de brazos y saca la voz:

-Hay que sacarse la idea que un terrorista es el que pone la bomba y mata a 200 personas. El terrorista es el que está constantemente destruyéndote y no te deja trabajar, ser persona, ser familia. Esto es lo mismo que en La Legua donde hay un grupo de matones que tiene atemorizados al resto. Ellos dicen “El Urban manda a sus pacos y nos meten presos y nos hacen tira las casas”, pero es mentira. Ahora, si me dicen que los carabineros están pisándole los pies a los cabros chicos ¿dónde están esos cabros chicos? Porque aparecen solo en Internet y no constatando las lesiones.

Los abogados de Urban representan a los miembros de la Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco (SOFO) y tienen a su cargo los casos de otros 7 agricultores, entre ellos, el de Jorge Luchsinger, que dice haber sufrido 22 ataques ‘terroristas’, siendo los más importantes el incendio de un salón de té (2002) y el de su casa (2005) del Fundo Santa Margarita, cercano a la comunidad de Tres Cerros y Lleupeco, en Vilcún.

Luchsinger es el ícono de los agricultores que se sienten amenazados por los mapuches. Está convencido que la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) es la responsable de sus tragedias y que opera junto a la ETA vasca. Pero, sus únicas pruebas, igual que Urban, tienen que ver con el reconocimiento de sus voces, según su propio criterio: si modulan bien y se nota que tienen estudios, están fuera de sospecha. Debido a la falta de pruebas ninguno de los ‘atentados’ de Luchsinger ha sido condenado. El 2005 dio una entrevista incendiaria a ‘Qué Pasa’ donde fue claro y directo sobre lo que piensa de los mapuches.

“El indio no ha trabajado nunca. El mapuche es un depredador, vive de la naturaleza, no tiene capacidad intelectual, no tiene voluntad, no tiene medios económicos, no tiene insumos, no tiene nada (...). Entregándoles tierras no van a dejar de ser miserables. ¿Ha visto los campos que les entrega la Conadi? No queda nada, ni un árbol, no producen nada”, dijo.

Esa vez Luchsinger también defendió la opción armada: "Aquí estamos en el Far West, en la Edad Media. El Estado no es capaz de resguardar el orden ni la libertad de emprendimiento. Mi defensa es la ley. Pero como no hay ley, me están cagando… Ahora lo único que queda es que corra sangre”.

Hasta ahora, sin embargo, la única sangre que ha corrido es la del joven mapuche de 17 años Alex Lemún. Su caso impactó al Relator Especial de la ONU sobre todo porque la fiscalía militar exculpó al carabinero que le disparó y hoy sigue en servicio activo.

Para muchos observadores, la parte más dura de la violencia ha caído sobre los mapuches. Según un informe del “Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas’, una ONG de la zona, una veintena de comunidades vive con presencia policial por los conflictos de tierra. Están al lado de los fundos de agricultores y forestales que se sienten amenazados por ellos y cuentan con protección policial las 24 horas del día. La cantidad exacta de los fundos resguardados y de los policías destinados a eso no está disponible. Jaime Arancibia, encargado de prensa de la Fiscalía Regional de la Araucanía, el organismo que pide la protección, dice que debido a que estas medidas tienen por función proteger a las víctimas se mantienen en reserva.

Para José Aylwin, hijo del ex presidente y director del Observatorio, las comunidades han sido castigadas en la democracia, porque la Concertación ha asumido una política represiva “instalada y promovida por la derecha”.

-La represión que viven es, según ellos, más fuerte que la que vivieron durante el régimen militar. Porque estamos hablando de violencia dentro de un período de gobiernos democráticos que asumen el discurso de los derechos humanos y que, sin embargo, siguen tratando a los mapuches como ciudadanos de segunda -dice Aylwin.

Urban, en todo caso, no comparte la idea de la autodefensa de Luchsinger. Él ha optado por recurrir a la red política, y le ha ido bien.

En junio de 2002 apareció en el Senado con su hijo para echar abajo el proyecto de Alejandro Navarro que modificaba la Ley Antiterrorista que se estaba aplicando a muchos comuneros. En octubre, un grupo de diputados UDI encabezado por Gonzalo Arenas solicitó la destitución del fiscal regional Francisco Lujbetic por no avanzar en las investigaciones de los ‘atentados terroristas’ contra Urban. La movida falló, pero el mismo mes los RN Alberto Espina y José García Ruminot le consiguieron al agricultor una reunión con Felipe Harboe para explicar su caso. Tiempo después Lujbetic nombró a dos fiscales con dedicación preferente para investigar los atentados.

Las movidas políticas de Urban coincidieron con uno de los años más violentos para Temucuicui: el 2006 hubo 11 hechos de violencia, casi uno por mes.

Urban tiene un video que según él prueba todas sus desgracias. Su hijo Héctor lo grabó hace tres años desde la ventana de uno de los galpones del fundo Montenegro. Él estaba trabajando y escuchó ruidos; se asomó y se encontró con unos encapuchados que estaban al otro lado del cerco. La imagen es borrosa. Aparecen ocho hombres corriendo de un lado a otro. A ratos se detienen a tocar un cacho y tirar piedras mientras gritan:

-¡YA ES HORA QUE LOS MAPUCHES SE REBELEN, CONCHATUMADRE!

-¡ANDATE DE AQUÍ GRINGO DE MIERDA!

-¡TENEMOS UN GRUPO PARAMILITAR CONCHA TU MADRE!

-¡TE VOY A BUSCARTE POR MAR Y TIERRA CULIADO!

-¡VAMOS A MORIR LUCHANDO HUEÓN Y SI TENIMOS QUE MATARTE CULIADO LO VAMOS A HACER!

Héctor apunta con su dedo la pantalla. Dice que uno de los tipos lleva unas boleadoras. Urban dice que no entiende tanta maldad. Melania, la hija menor, pasea en brazos a su sobrino. Entonces, uno de los tipos del video grita: “¡TÚ CREES QUE EL MAPUCHE ES TONTO!”. Melania dice que ese es ‘Lucho, Bandido’ el tío de los Huenchullán. En eso el abogado Tenorio mete la cuchara: “Ahora viene la parte donde amenazan a las mujeres”. En la tele uno de los encapuchados se agarra las bolas al estilo Pato Yáñez y canta: “¡AH, ESTA ES PA TU SEÑORA, QUE MÁS RATO ME LA VOY A CULEAR!”. Melania dice que ese el músico punk, el artista del Omar Huenchullán.

Los Urban presentaron el video como prueba en una querella por amenazas y daños en contra de Omar, Rodrigo, Jaime y Jorge Huenchullán, además de Luis Cayul y Luis Alveal, quienes fueron condenados a 51 y 42 días de prisión mientras que el resto tiene orden de detención pendiente.

De pronto, al abogado Tenorio le suena el celular. Tras una breve conversación Tenorio anuncia:

-Se entregó Jaime Huenchullán. Ese es uno de los peligrosos.

LA FAMILIA PELIGROSA

Ya es de noche y en la casa del “peligroso” Jaime Huenchullán su esposa Griselda Calhueque, habla en voz baja para no despertar a sus dos hijos. Su marido lleva 8 horas preso y ella está angustiada. Cree que si pasa mucho tiempo en la cárcel, se puede matar. Jaime ha estado preso dos veces antes. Participó en la huelga de hambre que hicieron los presos mapuches en Angol, en protesta por la aplicación de la Ley Antiterrorista (en abril del 2005). En esa época, Griselda estaba embarazada y Jaime trabajaba castrando toros. Cuando lo detuvieron ella a veces no tuvo qué comer.

Griselda llegó hasta octavo básico. A los 20 años partió a Santiago a trabajar de nana para mandarles plata a sus papás. Ganaba poco y el trato no era bueno. Tenía una patrona rubia que en las mañanas le decía: “ya te levantaste con la pluma parada, india”. Su otro gran problema fueron las jugueras y las aspiradoras. Nunca supo usarlas.

Decidió volverse y se casó con Jaime siguiendo las viejas costumbres. Él apareció un día en su casa de sorpresa con dos testigos y habló en mapudungun con su padre, le dijo que amaba a su hija y quería llevársela a cambio de una vaquilla. Griselda estaba feliz porque al fin armaría su familia. Una familia mapuche tradicionalista. Sus hijos se llaman Wanglen (Estrella) y Mankilef (Cóndor Veloz). El niño tiene el pelo largo igual que su papá porque representa la libertad del mapuche que no está sometido. Por eso, el día que lo tomaron preso Jaime le pidió a su abogado que hiciera los trámites para que no se lo cortaran. El juez aceptó.

Durante el año que su marido pasó clandestino Griselda Calhueque se levantaba todos los días a las 6 de la mañana para estar vestida por si venían los carabineros. En ese periodo su casa fue allanada once veces y en una oportunidad la pillaron en calzones. Estaba durmiendo con su esposo y sus hijos cuando le botaron la puerta a patadas.

-Mi hermano se había quedado a dormir y los pacos lo sacaron porque pensaron que era Jaime. Pero Jaime estaba escondido al lado del refrigerador. Ahí dije “si me pongo pantalón, lo van a ver”, entonces, me quedé con una polera larga y mis calzones, cerca del refrigerador, para taparlo. Un paco me quiso agarrar y yo le grité “¡usted me quiere violar!”. Él me empujó y caí sentada en la cama, pero me paré al tiro y le grité que si quería matarme, que lo hiciera. Jaime estaba calladito y mis niñitos también, nunca le dijeron “papá”. Ellos sólo nos miraban.

Esta vez a Jaime lo detuvieron por 4 acusaciones: por dos incendios y una amenaza sufridos por Urban; por la golpiza que recibió Jaime Andrade, ex director de la Conadi en julio 2006 y por las amenazas que recibió una familia mapuche a la que Jaime habría acusado de delatores. Llevaba prófugo más de un año. El sábado 18 de agosto, cuando andaba buscando unos animales, carabineros lo atrapó. No opuso resistencia. Al cierre de esta edición cumplía dos meses en la cárcel.

Jaime es el segundo de los 6 hermanos Huenchullán. Todos tienen cuarto medio, todos son técnicos agrícolas y todos han sido acusados por Urban de algún delito. Jorge, el mayor, fue acusado de quemar un camión de su vecino, pero fue absuelto cuando se acreditó que en esos días trabajaba como temporero en Graneros.

Rodrigo fue acusado de incendiar un galpón de Urban. Hoy está clandestino.

-Urban siempre ha sido un prepotente que se dirige a los mapuches como perros y nos cataloga como delincuentes porque le hemos dicho en su cara lo equivocado que está. No soy un terrorista, soy un dirigente y el único delito que tengo es velar por la comunidad, pero que yo sepa ese no es un delito, es un derecho -dice Rodrigo.

El menor de los hermanos, es Omar que tiene un grupo punk con un amigo. Primero se llamaron “Bota Rota” en alusión a las botas que usaban cuando chicos y que cortaban para que parecieran zapatos. Ahora se llaman “Malo Trato”. Le borraron las ‘s’ para que sonara feo, duro, igual como todo lo que les pasa.

Omar acaba de terminar una condena por amenazar de muerte a Héctor Urban, el hijo del agricultor. No estuvo preso, pero le tocó firmar todo un año.

-Ese fue un invento de él y como yo no tenía testigos me cagaron.

Los Huenchullán son junto a los Catrillanca, las familias que encabezan la pelea con Urban. Y lo han pagado.

Omar, por ejemplo, tiene bajo la piel de su pierna izquierda varios balines de goma de carabineros.

A Jorge Huenchullán -el mayor de los hermanos- le ha ido peor. Una vez lo tomaron preso y le pegaron con las culatas de los fusiles en la planta de los pies. Jorge lo denunció como torturas en la Fiscalía Militar. También acusó al hijo de Urban, Héctor, de haberle tirado su camioneta encima. La denuncia de Jorge es por homicidio frustrado y el caso se investiga.

-Tengo 30 años y nací en esto. Toda mi familia ha peleado siempre. Incluso, participé con mis abuelos cuando era chico en la toma del Fundo Alaska. Como corría más rápido, mi función era esconderme en los árboles para ver si venía algún carabinero -dice Jorge-. Ahora soy dirigente y estamos en conversaciones adelantadas con una consultora que está manejando la tasación de la tierra para ver la posibilidad de compra, pero si eso ya no resulta, la única posibilidad que tenemos es ocupar el territorio, aunque nos cueste encarcelamiento y baleo.

Millaray, la hija de Jorge Huenchullán. Tiene sólo 6 años y ha vivido varios allanamientos y visto cómo toman preso a su padre. Les dice a los carabineros ‘pacos culiados’.

A la mamá, Sandra Millalén, no le gusta nada para dónde van las cosas.

-Yo le he dicho a Jorge que la corte, que se ponga a trabajar bien, que le va a llegar una bala. Pero el me contesta: ‘yo soy mapuche y tengo que pelear por mis derechos porque esto no se va acabar nunca y después mis hijos van a seguir’. Y la Millaray tiene la misma idea de su papá. Él le dice ‘hija, tú vai a ser guerrillera’ y ella le responde que sí. A veces encuentra unas tablas y las empieza a cortar con un serrucho porque dice que va a hacer sus propias armas.



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TEXTO ORIGINAL DE:
Torres Salazar, V. (2007) Kutriñuke marichau winka – el infierno de Temucuicui, en TEPYS, Textos de Economía, Paz y Seguridad, Vol 1, Nº 2, http://www.eumed.net/rev/tepys/02/vts.htm

viernes, 18 de marzo de 2011

El escape de Radiación de Fukushima y la prevención de ésta con uso de Yoduro de Potasio

Producto de la emergencia nuclear que se está produciendo en Japón, se ha comenzado a repartir entre los habitantes del radio cercano a la Central Nuclear FUKUSHIMA, pastillas de KI o yoduro de potasio.

En las noticias hemos visto u oído esta información... pero... ¿Qué es el KI  (yoduro de potasio)? ¿Qué efectos tiene en nuestro organismo? ¿Cómo me puede ayudar frente a la radiación nuclear?

EL KI  O YODURO DE POTASIO. ¿QUÉ ES Y NO ES?

¿Qué es el Yoduro de Potasio?... Simplemente es una sal cristalina de formula química KI, que es usada en procesos de revelado en la fotografía tradicional y también en el tratamiento médico por radiación nuclear.

El yodo es un elemento químico indispensable para el ser humano, necesario para que el organismo, en este caso la glándula tiroides, produzca hormonas esenciales para el metabolismo.

Este tipo de yodo estable proviene en su mayoría de los alimentos que consumimos y cuando hay una deficiencia de este compuesto se receta el yoduro de potasio, que es el yodo estable en su forma sintética.

En un evento nuclear o radiológico como el que vive Japón se libera en el aire yodo radiactivo, uno de los isótopos que resultan de los procesos de fisión nuclear.

Estos isótopos pueden ser aspirados por el ser humano hacia los pulmones y el compuesto también puede contaminar los abastecimientos locales de alimentos o entrar al organismo con la comida o las bebidas.

Cuando este yodo radiactivo entra al organismo humano la glándula tiroides comienza a absorberlo, igual que absorbe el yodo estable. Y si esto ocurre pueden ocurrir lesiones en la tiroides que pueden resultar en cáncer.

Sin embargo, tal como explica en la revista Scientific American el profesor John Boice, experto en epidemiología del cáncer del Instituto Internacional de Epidemiología, en Estados Unidos, el yoduro de potasio puede bloquear al yodo radiactivo para evitar que la glándula lo absorba, pero esto ocurre cuando el material radiactivo ya ha entrado al organismo.

Es decir, el KI (yoduro de potasio) no evita la contaminación interna de yodo radiactivo.


"Una píldora es útil durante 24 horas, pero después se debe tomar otra píldora. Pero no deben tomarse dos píldoras a la vez porque consumir demasiado yoduro de potasio no es bueno".


"Como todo lo demás, el fármaco no es 100% efectivo. Pero sí puede bloquear la absorción de yodo radiactivo", agrega el experto.

DAÑOS A LA TIROIDES

Otra creencia errónea es que el KI (yoduro de potasio) puede proteger a todo el organismo.

Según el profesor Boice, "el KI se concentra únicamente en "ayudar" a la glándula tiroides a los efectos del yodo radiactivo. Pero en un evento como Chernobyl, donde los reactores liberaron también otros elementos radiactivos, como el cesio y el estronio, el KI no puede hacer nada".

El yoduro de potasio tampoco protege contra otras lesiones que pueden resultar en otros órganos por la contaminación por radiación.

"Estas tabletas de yoduro de potasio no son píldoras mágicas", dice el profesor Boice.

"Protegen contra el cáncer de tiroides, pero no contra otras posibles formas de cáncer", agrega.

El experto dice, además, que la evidencia científica muestra que los más vulnerables a los efectos de la contaminación radiactiva -y al cáncer de tiroides- son los niños.

"Algo que aprendimos estudiando los efectos del desastre de Chernobyl, es que los niños que vivían en las áreas contaminadas por la radiación y que bebieron leche que seguía contaminada años después, mostraron un incremento enrome en cáncer de tiroides vinculado al yodo radiactivo".

"Por eso es que las autoridades en Japón están distribuyendo el KI. Sin embargo, los estudios demuestran que no se recomienda que los adultos mayores de 40 años tomen el yoduro de potasio", afirma el profesor Boice.

"Los beneficios entre este grupo son minúsculos porque con la edad nuestra glándula tiroides ya no es tan sensible", completa el experto.




lunes, 7 de marzo de 2011

Impresionante Entrevista a Capo Mafioso brasilero

Entrevista del medio televisivo O Globo en Brasil al capo “Marcola”

IMPRESIONANTE DATO DE LA REALIDAD APORTADO POR EL PERIODISTA MANOLO BORDÓN

Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de Marcola, es el máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC).


Las respuestas de Marcola nos aproximan a lo que puede ser el futuro de la delincuencia común en América Latina.


O Globo: ¿Usted es del PRIMER COMANDO DE LA CAPITAL (PCC)?


Marcola: Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía… ¿Qué hicieron? Nada. ¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica sobre "la belleza de esas montañas al amanecer", esas cosas…

Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social.


O Globo: Pero la solución sería…


Marcola: ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de "solución" ya es un error.
¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una "tiranía esclarecida" que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal de país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta "conference calls" entre presidiarios…)

Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.


O Globo: ¿Usted no tiene miedo de morir?


Marcola: Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.

La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común.

¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja…! Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo a Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país.

No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. Es eso. Es otra lengua.

Está delante de una especie de post miseria.

La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes.


O Globo: ¿Qué cambió en las periferias?


Marcola: Mangos. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio… Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, ¿entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y "colocado en el microondas".

Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes.

Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en "super stars" del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos "globales". Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros "clientes". Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.

O Globo: ¿Pero, qué debemos hacer?


Marcola: Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a "los barones del polvo" (cocaína)! Hay diputados, senadores, empresarios, hay ex presidentes en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata?

No tienen dinero ni para comida de los reclutas. Estoy leyendo "Sobre la guerra", de Klausewitz. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros… solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó? ¿Ipanema radiactiva?


O Globo: Pero… ¿No habrá una solución?


Marcola: Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la "normalidad". No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: " Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".

Fuente: www.reporte24.com.ar