Reflexión de sabiduría indígena
Quiero invitarlos a leer esta corta historia y llevarlos a la reflexión...
SABIDURÍA INDIGENA
Un viejo cacique de una tribu charlaba con sus nietos acerca de la vida. Él les dijo:
- ¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡Es entre dos lobos! Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, orgullo, arrogancia, dolor, rencor, avaricia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, egolatría, competencia, superioridad. El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Amistad, Generosidad, Benevolencia, Empatía, Verdad, Compasión y Fe. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra.
Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo:
- ¿Y cuál de los lobos crees que ganará?
El viejo cacique respondió, simplemente...
- El que alimentes.
REFLEXIÓN
Podemos desprender mucho de este pequeño cuento indígena, en el que la sabiduría de nuestros aborígenes se deja de manifiesto con grandilocuencia.
Me vienen a la memoria añejos recuerdos de casi 30 años, en que tuve la suerte de conocer a los Gnósticos.
Según mencionaba el maestro Samael Aun Weor, la importancia de la eliminación de defectos es escencial para encontrar la auténtica felicidad y paz interior, que es en cierta forma, "alimentar" al lobo de la Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Amistad, Generosidad, Benevolencia, Empatía, Verdad, Compasión y Fe.
El otro lobo, el de la maldad, temor, ira, envidia, orgullo, arrogancia, dolor, rencor, avaricia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, egolatría, competencia, superioridad... representa aquellos "egos" o "yoes" que debemos eliminar día a día, minuto a minuto de nuestras vidas... es lo que el maestro Samael llama “muerte psicológica” de nuestros egos que impiden que se manifiesten los otros representados por "el lobo bueno".
Los antiguos pueblos aborígenes tenían la facultad de disponer de más tiempo o, mejor dicho, se hacían un tiempo verdadero para meditar sobre estas cosas. Junto a la luz y el calor de una hoguera, los más viejos nos hacían meditar sobre estos importantes aspectos, que eran -en cierta forma- importantes enseñanzas para ser futuros "hombres" (en el sentido genérico) de bien.
"Para cultivar nuestra tierra interior, debemos primero eliminar la mala hierba, debemos enterrar profundamente el arado, removiendo aquello que debe ser removido y eliminando lo que debe eliminarse. Sólo así nuestra siembra dará buena cosecha".
¿No lo creen?
Un abrazo, vuestro amigo,
José Córdova
Me vienen a la memoria añejos recuerdos de casi 30 años, en que tuve la suerte de conocer a los Gnósticos.
Según mencionaba el maestro Samael Aun Weor, la importancia de la eliminación de defectos es escencial para encontrar la auténtica felicidad y paz interior, que es en cierta forma, "alimentar" al lobo de la Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Amistad, Generosidad, Benevolencia, Empatía, Verdad, Compasión y Fe.
El otro lobo, el de la maldad, temor, ira, envidia, orgullo, arrogancia, dolor, rencor, avaricia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, egolatría, competencia, superioridad... representa aquellos "egos" o "yoes" que debemos eliminar día a día, minuto a minuto de nuestras vidas... es lo que el maestro Samael llama “muerte psicológica” de nuestros egos que impiden que se manifiesten los otros representados por "el lobo bueno".
Los antiguos pueblos aborígenes tenían la facultad de disponer de más tiempo o, mejor dicho, se hacían un tiempo verdadero para meditar sobre estas cosas. Junto a la luz y el calor de una hoguera, los más viejos nos hacían meditar sobre estos importantes aspectos, que eran -en cierta forma- importantes enseñanzas para ser futuros "hombres" (en el sentido genérico) de bien.
"Para cultivar nuestra tierra interior, debemos primero eliminar la mala hierba, debemos enterrar profundamente el arado, removiendo aquello que debe ser removido y eliminando lo que debe eliminarse. Sólo así nuestra siembra dará buena cosecha".
¿No lo creen?
Un abrazo, vuestro amigo,
José Córdova
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