Adios Querida Jojoi...
Con la muerte aceptamos que las cosas ocurren independientemente de lo que nosotros deseábamos o esperábamos. Lo natural es nacer y morir.
Sin embargo cuando a un ser querido le llega la hora es difícil estar preparados para ello.
Lo curioso es que la llegada de la muerte a veces es un alivio para el que muere. Sobretodo si este ha estado por mucho tiempo enfermo.
Estas líneas que hoy escribo son mis reflexiones de la muerte de un ser que, si bien no era de mi devoción, cariño y afecto, era parte de mi familia. Mi actual familia. Me refiero a la mascota de mi mujer.
Tal vez el que lea diga: - Hasta aquí llegó la seriedad de las reflexiones de Pepe.
Sin embargo esta muerte de hoy domingo 9 de diciembre me ha afectado.
Una iguana ha partido. ¿Una iguana?.Para muchos llega a parecer repulsivo un ser como una iguana. La naturaleza humana no acepta con facilidad seres tan diferentes como los reptiles. Sin embargo hay personas (como Soledad, mi mujer) que aman a ciertos tipos de animales, en este caso a los reptiles, siendo las iguanas casi una devoción.
“Jojito” tenía poco más de ocho años. Había vivido una difícil vida en una zona en que no es común que viva un ser de sus características, pues una iguana es de un clima cálido, húmedo. El contraste del clima de esta latitud del planeta es diferente, adverso para ella.
Sin embargo sobrevivió. Sobrevivió ocho largos años, de los cuales poco más de seis la conocí.
Ella era arisca con casi todos. Incluso a veces con su ama. Pero lo que es a mí, creo que llegó a odiarme, pues jugueteaba y la molestaba más de lo común.
Se ha ido una iguana. Se ha ido una ser pequeño e inofensivo, que supo acompañar muchas veces la soledad de Soledad, que supo –sin siquiera proponérselo- entregar afecto a una mujer.
Querida Jojoi… si… querida… estés donde estés, quiero que sepas que también llegué a quererte y, aunque no derrame una lágrima por ti, te echaré de menos.
que se le toma a Jojito, en su rigor mortis)
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