Vaska: El amor incondicional de un felino

El asedio de Leningrado duró 872 días (entre 1941 y 1944). Fue uno de los sitios más largos y brutales de la historia, causando enormes pérdidas humanas y materiales a la ciudad y sus habitantes. Fue uno de los más tristes episodios de la Segunda Guerra Mundial.

La ciudad rusa de Leningrado se encontraba bajo el asedio de la Wehrmacht (ejército alemán). El sonar de las alarmas por los bombardeos de la Luftwaffe, la metralla, los combates, los cañones retumbando, edificios en ruinas, no hay electricidad, no hay agua, no hay alimentos, no hay combustible para la calefacción, para soportar los 20 o más grados bajo cero del invierno ruso.

Esta es la historia de dos mujeres y su gato... Vaska, que pasó de ser la mascota, para convertirse en el proveedor de esas mujeres, que vieron cambiar sus vidas en aquel trágico momento.

Cuando el hambre y el frío cobraban vidas a diario, el gato (llamado Vaska), se convirtió en el salvador inesperado de una familia. No era un héroe de uniforme, sino uno de cuatro patas, ojos atentos y garras silenciosas.

Cada mañana, salía a cazar. Su dueña, una mujer de mirada firme y manos gastadas por el invierno, lo esperaba con su hija en brazos. 

El heroico y ágil felino llegaba diariamente con ratones, y a veces hasta alguna gran rata; los que luego serían preparados por sus tutoras para alimentarse; en tanto Vaska esperaba pacientemente su turno para comer. 

La habilidad del felino para encontrar comida en las ruinas de la ciudad era asombrosa; y a pesar de las condiciones extremas, el gato siempre regresaba a casa con su presa, demostrando una lealtad inquebrantable. Y con lo que Vaska traía preparaban un guiso para sobrevivir un día más.

Por las noches, dormían los tres bajo una misma manta, compartiendo el calor y silencio, si es que no habían incursiones nocturnas de los alemanes o los rusos.

Un día, antes de que sonaran las alarmas, Vaska comenzó a maullar y a correr inquieto por el apartamento. Su dueña lo entendió sin palabras: tomó lo poco que tenía y corrió al refugio con su hija. Minutos después, las bombas cayeron. El gato los había salvado.

Vaska parecía tener una capacidad innata para predecir los bombardeos. De este modo, la madre de la familia se daba cuenta de cuando era el momento de huir en busca de refugio; para los tres. Esta habilidad del gato salvó a sus tutoras en numerosas ocasiones.

Durante todo el invierno y la primavera, la mujer recogía migas para atraer aves. Y Vaska, ya flaco y silencioso, seguía cazando con una precisión sorprendente. Durante meses, su instinto felino alimentó a las dos mujeres que lo miraban como a un ángel peludo caído del cielo.

Cuando el bloqueo terminó... cuando la ciudad volvió lentamente a la vida, su dueña jamás olvidó. Aun con comida en la mesa, el mejor trozo era siempre para él, para Vaska, mientras lo acariciaba con ternura y repetía: “Nos salvaste”.

Vaska vivió 5 años más. Murió en 1949. Fue enterrado como un miembro más de la familia, con una cruz y un nombre: Vasily Bugrov - para que su tumba fuese respetada.

Años después, la mujer fue sepultada por su hija junto a él... y cuando aquella hija, sobreviviente de la guerra también falleció, fue sepultada por su descendencia junto a su madre y junto a su gato; para que compartieran la misma tumba.

Hoy, los tres descansan bajo la misma tierra. Como en aquellos días de invierno, bajo la misma manta que los unió para siempre.


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(Texto extraído de una publicación en Facebook. Historia verificada y editada por José Córdova)

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