"Farkas y su ayuda tras el terremoto", por Sergio Melnick


Detrás de las muchas historias del terremoto -las desgracias, los milagros, las noblezas, los errores, y los aciertos-, están las anécdotas. Esta es la del caso Farkas, ese curioso personaje que destaca por su extravagancia, su exótica generosidad y sus coqueteos con la política. En la Teletón para la catástrofe vimos que su estilo de empresarios generosos y sin complejos se había contagiado de alguna manera, pero ¿dónde estuvo él?

Al parecer, Farkas buscaba un lugar muy afectado, que no estuviera siendo asistido y al que pudiera ir y volver en un día, pues no habría condiciones para quedarse. Así, el miércoles 3, salió destino a Iloca con 17 camiones y unas 200 ó 300 toneladas de ayuda, sobre todo alimentos, carpas y frazadas. Temiendo saqueos, fue apoyado por Carabineros, que le envió un vehículo a cargo de un capitán y que encabezó el convoy. A media mañana, una llamada le advierte de una especie de "asalto de autoridad" que ocurriría en Curicó, donde el alcalde pensaba de algún modo apropiarse de esta ayuda para dar un golpe político personal.

Preocupados, Farkas y su gente cambian la ruta y se van por Teno.

Aquí empieza la historia con otra de estas "autoridades", también alcalde. El primer incidente ocurre cuando éste aparece ante la comitiva de camiones, haciendo señas para detenerla. El alcalde en cuestión saluda a Farkas y, de inmediato, increíblemente, le pide ayuda para reparar los daños de su propia vivienda. Sostiene que no tenía ropa, no se había bañado y quería ayuda. La negativa fue elocuente: sus prioridades como autoridad debían ser otras. No logrado ese propósito, el edil solicita ser él quien distribuya la ayuda en su comuna, según su criterio. Tampoco lo logra. Frustrado, entonces, se pone al frente de la caravana, delante del auto de Carabineros.

El segundo incidente ocurre al llegar a Licantén. Curiosamente, en una intersección, unos conos impedían seguir derecho por un camino en perfectas condiciones y, casualmente, un camión basurero estaba estacionado a un costado. El alcalde hacía señas, y trataba de llevar el convoy por otro camino. Pero como no lo siguen y empiezan a mover los conos, el camión de basura se mueve para bloquear el camino. El capitán del convoy lo obliga a moverse y así sigue la comitiva, dejando atrás al alcalde.
Saliendo de Licantén, el convoy es nuevamente detenido y Carabineros incauta dos camiones con 60 toneladas con leche, argumentando la debilidad de un puente. El capitán discute con el mayor: pierde capitán. Farkas se desespera. Se comunican con el general que había facilitado el apoyo policial. General llama a mayor: pierde mayor. La comitiva vuelve a rodar, y obviamente no hubo problema con el puente.

En el cruce del camino Iloca-Curepto, el alcalde se juega el último recurso y un nuevo carabinero detiene el convoy: otro puente impediría el avance. Farkas discute con el oficial y reclama que las autoridades le impiden dar ayuda para la gente. Justo en ese momento aparece un equipo del programa La Ley de la Selva que iba en la misma dirección y que saca las cámaras para grabar la disputa. Ahora son las cámaras de TV versus carabinero: ganan las cámaras y el oficial deja pasar al convoy. Con este puente tampoco hubo problemas.

Finalmente, los alimentos llegaron a Iloca y Farkas los distribuyó directamente a la gente que los necesitaba. Esta vez Farkas fue anónimo, como también lo fue el curioso alcalde, cuyo primer instinto fue su propia casa y el segundo la gloria eventual. Una anécdota del terremoto que deja muchas lecciones.


Original de Sergio Melnick
Publicado en Ideas & Debates, Diario La Tercera, 16/03/2010

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